La enfermedad del beso podría causar esclerosis múltiple
Lo que se ve en la imagen es el virus de Epstein-Barr a través de un microscopio: el virus que provoca la llamada mononucleosis o enfermedad del beso. Un titular de la prestigiosa revista Science ha impactado al mundo: este virus puede ser la causa de la temida esclerosis múltiple.
El resumen que hace Science de la investigación llevada a cabo por la Universidad de Harvard es perturbador pero, a la vez, muy importante como avance científico. "Infection with Epstein-Barr virus is the trigger for the development of multiple sclerosis ("La infección por el virus de Epstein-Barr es el detonante del desarrollo de la esclerosis múltiple").
El estudio de la Universidad de Harvard se basa en un seguimiento de 10 millones de militares estadounidenses durante dos decenios. La conclusión es que quien ha sufrido mononucleosis o enfermedad del beso tiene 32 veces más posibilidades de desarrollar esclerosis múltiple.
No obstante, que el temor no se desate. En realidad, más del 90% de la población en todo el mundo se contagia de mononucleosis. No es sólo el virus de Epstein-Barr lo que provoca la esclerosis múltiple, los científicos creen que tiene que haber una predisposición genética y que existen otros factores.
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Pero según el jefe del equipo que ha realizado este estudio de Harvard, el epidemiólogo Alberto Ascherio, autor del artículo en Science, el vínculo entre la enfermedad del beso y esclerosis múltiple es claro. El patógeno de la mononucleosis queda en nuestro organismo de por vida y, siempre según esta investigación, puede provocar o acelerar el proceso de surgimiento de la esclerosis múltiple.
La enfermedad del beso se propaga por la saliva y resulta común en la mayoría de las personas. Suele darse en la adolescencia o primera juventud y apenas provoca unos días de malestar o fiebre. Luego se pasa. Pero la huella del virus de Epstein-Barr queda en nuestro organismo para siempre.
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La esclerosis múltiple se produce cuando la "vaina de mielina", que recubre las neuronas, en un proceso anormal e inesperado, va desapareciendo. Esto afecta al cerebro y la médula espinal, y provoca que las órdenes neuronales no lleguen a donde deben. De este modo, va produciéndose una parálisis progresiva. La esclerosis múltiple no tiene cura. Suele diagnosticarse mayoritariamente entre los 20 y los 40 años.
La investigación de Harvard se basa en la observación y análisis de 10 millones de soldados durante años. Y se observa que quienes se infectan con el virus de de Epstein-Barr tienen mayor probabilidad de desarrollar esclerosis múltiple. La infección con otros virus, sin embargo, no da ningún resultado significativo.
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La esclerosis múltiple no es una enfermedad mayoritaria. La padece una de cada mil personas. Pero su gravedad y la imposibilidad de curarla hacen de esta afección un enemigo a batir por parte de la ciencia.
La esclerosis múltiple no es lo mismo que la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). El científico Stephen Hawking (en la imagen) tenía ELA. Las consecuencias son similares y ambas dolencias tienen su origen en un deterioro neuronal. Pero la principal diferencia es que la esclerosis múltiple avanza en forma de brotes (cada brote empeora la situación física de quien padece la enfermedad) y en la ELA existe un desarrollo progresivo y constante del declive físico.
El epidemiólogo Alberto Ascherio, responsable de la investigación, sostiene que ahora hay que centrarse en investigar el virus de Epstein-Barr y cómo es su acción en el organismo humano. Esa podría ser la vía para encontrar la cura de la esclerosis múltiple.
Existen diferentes estrategias paliativas para aliviar los padecimientos que provoca la esclerosis múltiple pero no un tratamiento concreto. En realidad, simplificando, lo que se intenta mediante fármacos es atenuar los efectos que provoca la esclerosis múltiple.
No es la primera vez que se vincula el virus de Epstein-Barr a la esclerosis múltiple pero el número de individuos con el que está hecho este estudio de la Universidad de Harvard es tan amplio que supone un espaldarazo importantísimo para confirmar la vinculación de ambos elementos.
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Aunque también hay estudios que vinculan la esclerosis múltiple al tabaquismo, la obesidad o la falta de vitamina D (la que se adquiere por luz solar). No obstante, el origen resulta misterioso todavía.
Y lo que tienen claro casi todos los científicos es que nuestro código genético manda y, seguramente, más allá de un virus o un factor de riesgo, sea en ese punto donde hay que buscar el origen de la esclerosis múltiple.
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Dicho todo lo anterior, la vinculación entre el virus de Epstein-Barr (enfermedad del beso o mononucleosis) y esclerosis múltiple sigue siendo una hipótesis. Pero este estudio representa un muy importante avance.