¿Puede lograr Marine Le Pen la presidencia de Francia?
Ha pasado a la segunda vuelta de las presidenciales obteniendo más del 23% de los votos frente al casi 28% de Macron. Marine Le Pen, una de las más potentes líderes de la extrema derecha mundial, puede haberse colocado a las puertas del Elíseo. Pero ¿qué posibilidades reales tiene de convertirse en presidenta de Francia?
La portada del lunes 10 de abril del diario Liberation revela el miedo de la Francia progresista a que Marine Le Pen pueda ganar la presidencia. El titular asegura que "esta vez es peligroso de verdad".
Marine Le Pen tendría que sumar votos para la segunda vuelta si quiere derrotar a Macron, que le sacó cinco puntos de ventaja en la primera vuelta. Los podría sacar de Éric Zemmour (que obtuvo algo más del 6%), un ultra más ultra que ella. Aunque algunos analistas temen que Marine Le Pen pueda seducir a otros votantes.
Algunos politólogos creen que puede haber un votante del izquierdista Jean-Luc Mélenchon (que ha obtenido un gran 22%) capaz de dar su apoyo en la segunda vuelta a Marine Le Pen como forma de protesta antisistema o por aversión al liberalismo de Macron. Es un hecho sociológico admitido que el Frente Nacional (ahora Reagrupamiento Nacional) lleva años captando voto obrero procedente del antaño poderoso Partido Comunista Francés.
Así que Marine Le Pen, la hija del duro Jean-Marie (en la imagen con ella), lo ha logrado. Tras años de esfuerzo y en un clima social de altísimo inestabilidad, consigue normalizar que la derecha populista mas extrema sea un actor político tan "respetable" como la socialdemocracia o el liberalismo. Al menos para amplias capas del electorado. Esta es su tercera vez en pelear por el Elíseo.
Marine Le Pen nació en 1968 en el muy burgués barrio parisino de Neuilly-sur-Seine. Su nombre completo es Marion Anne Perrine, tiene dos hermanas y sus madres son Jean-Marie Le Pen y Pierrette Lalanne. Ambos se divorciarían tras 20 años de matrimonio. La ruptura no fue amistosa y Marine se colocó del lado de su padre.
Marine Le Pen ha vivido desde niña en un ambiente hiperpolitizado y sabe bien lo que es la polarización: a los 8 años (en 1976) sobrevive a una bomba que colocan en la casa familiar. Su padre, Jean-Marie Le Pen, es un iracundo líder extremista y Marine no duda en seguir sus pasos desde muy joven.
“Nos enfrentamos, como hijas de Jean-Marie Le Pen, a una gran cantidad de obstáculos en nuestra vida y quizás esto nos forjó un carácter más combativo y nos dio una cierta experiencia del significado de las cosas”, explicó a un periodista de France 3 en 1993.
Marine Le Pen es la menor de tres hermanas (en la foto). Comenzó a estudiar Derecho pero abandonó la facultad para implicarse a fondo en la militancia política.
Si retrocedemos un poco, fue en 1972 cuando Jean-Marie Le Pen creó el Frente Nacional. El partido (cuyo logo presenta una llama azul, blanca y roja) fue rápidamente identificado por los observadores políticos de la época como perteneciente al movimiento de extrema derecha, aunque sus líderes prefirieron evitar esta etiqueta política.
En Francia nadie creía que Jean-Marie Le Pen pudiera optar nunca a la presidencia pero su partido fue consolidándose y en 2002 se produjo la sorpresa: Le Pen se clasificó para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Ganó Chirac finalmente pero ese hito político supuso el fin de un tabú. La extrema derecha ya era algo más en Francia que un movimiento folclórico o marginal.
Mientras tanto, Marine Le Pen iba formándose como líder y heredera. Ocupó varios cargos políticos locales en la región de Nord-Pas-de-Calais (ahora Hauts-de-France) antes de participar acceder a puestos de mando en el Frente Nacional a principios de la década de 2000. También estuvo en el Parlamento Europeo desde 2004.
Tras una campaña interna que la opone a Bruno Gollnisch, un histórico en la dirección del partido, la heredera toma el poder en el Frente Nacional. El 16 de enero de 2011 logra la presidencia del partido e inicia su propia ruta política.
Rápidamente trabajó para distanciarse de las posiciones radicales de su padre con el objetivo de "desdemonizar" su formación. Ese Jean-Marie Le Pen que bromeaba sobre el Holocausto no era para ella un ejemplo político a seguir.
Fue en 2012 cuando Marine Le Pen lanzó por primera vez un asalto al Elíseo, con la idea de superar los buenos resultados obtenidos por su padre diez años antes. Sin embargo, los votos esperados no llegaron y obtuvo solamente el tercer lugar en la votación con poco más del 17%, por detrás de François Hollande y Nicolas Sarkozy.
En 2015 el partido se vio sacudido por una conmoción sin precedentes: Jean-Marie Le Pen fue expulsado definitivamente del partido que él mismo había fundado. Su propia hija ejecutaba la sentencia tras difundirse unas declaraciones del veterano ultra de un radicalismo que Marine Le Pen no estaba dispuesta a asumir.
Jean-Marie Le Pen dijo en la cadena de radio Europe 1: "Me da vergüenza que la presidenta del Frente Nacional lleve mi apellido". Después se puso a pleitear y logró, incluso, que le concedieran una presidencia de honor.
Después de trabajar durante cinco años para consolidar su posición al mando del Frente Nacional y suavizar la imagen del partido (atrayendo, incluso, a antiguos votantes de izquierda con un discurso antiglobalización), Marine Le Pen busca nuevamente, en abril de 2017, la Presidencia de la República. Esta vez logra subir al segundo lugar y se enfrenta a Emmanuel Macron en la segunda ronda. Marcon destroza a Marine Le Pen en un debate cara a cara televisado y, después, gana las elecciones sin gran problema.
Sin embargo, aunque derrotada por segunda vez, sí hay un triunfo político que no se puede negar a Marine Le pen: cuando en 2002 su padre quedó segundo en las elecciones presidenciales frente a Jacques Chirac, uinsurrección general sacudió Francia, protagonizada por la izquierda y los estudiantes en particular, que tomaron la calles en masa y se movilizaron para frenar a la extrema derecha. En 2017 no pasó nada de esto: Francia asumió con tranquilidad la posición del Frente Nacional como partido que dispustaba la Presidencia de la República.
Tras estos dos fracasos presidenciales, pero también para rejuvenecer la imagen de un partido asociado con posiciones radicales de extrema derecha el Front National se renueva y se convierte en Rassemblement National en 2018. Sin embargo, el logotipo de la llama tricolor permanece.
Fue el 16 de enero de 2020 que Marine Le Pen anunció su intención de presentarse a las elecciones presidenciales por tercera vez consecutiva. La pelea continuaba.
Marine Le Pen, según coinciden todos los analistas, no es buena en los debates cuando su contrincante conduce la discusión al terreno de los datos concretos. Ahí suele perderse. Sin embargo, es potente lanzando ideas fuerza que llegan con claridad al electorado. ¿Otro punto débil? Sus simpatías por Putin, acalladas durante la campaña debido a la invasión de Ucrania.
Resulta innegable que Marine Le Pen ha suavizado su discurso (y el histrionismo a su derecha de Éric Zemmour ha ayudado a centrarla) pero la inmigración sigue siendo uno de sus temas preferidos. De hecho, según dijo a la radio France Inter, su primera acción si llegase a la presidencia sería "la organización de un referéndum sobre la inmigración" dijo a France Inter.
Aunque quizá en la campaña que ha conducido a Marine Le Pen a la segunda vuelta de las presidenciales, el lado social haya sido lo más subrayado. Ante la crisis, Marine Le Pen promete una serie de medidas a medio camino entre el tradiconal estatalismo de la izquierda y las recetas liberales basadas en grandes bajadas de impuestos. Un cóctel, por cierto, difícil de elaborar para que cuadren las cuentas.
El polemista Éric Zemmour llegó a ubicarse segundo en las encuestas tras Macron. Pero la brutalidad de su mensaje (llegó a decirle a la cara a una joven de orígenes migrantes que no había sitio para ella en Francia) quizá ayudó a que Marine Le Pen pareciera una candidata moderada.
Los grandes perdedores de la primera vuelta en el área de la izquierda (Anne Hidalgo por el Partido Socialista así como los candidatos del Partido Comunista y el ecologismo) han pedido ya votar a Macron para frenar a Le Pen. Valérie Péccresse, candidata de la derecha tracional, anunció: "Votaré en conciencia por Macron para impedir la llegada de Le Pen". Mélenchon no ha pedido el voto para Macron pero sí ha pedido que "ningún voto vaya a Marine Le Pen".
Sin embargo, una cosa es lo que exigen los líderes y otra el comportamiento del electorado. Diversas encuestas apuntan a que, además del voto de Zemmour (cuya suma se da por descontada), Marine Le Pen puede captar numerosas papeletas tanto de la derecha tradicional como de la izquierda que detesta el liberalismo de Macron. Esta vez la disputa puede ser más complicada que en anteriores ocasiones.