Shanghái: explosiva ola de Covid y malestar social
La llamada "política de Covid" 0 norma impuesta por el gobierno chino implica unas medidas de control social que, con una pandemia de nuevo desatada en Shanghái, están teniendo consecuencias sanitarias y sociales extremas.
La irrupción de ómicron ha hecho que China, tras dos años sin apenas casos de Covid, se enfrente a miles de contagios. 20.000 infecciones diarias en todo el país de las cuales, según la BBC, unas 17.000 se estarían dando en Shanghái. Por eso las autoridades han cerrado la ciudad. Vuelve el temido confinamiento.
Juli Min, residente en Shanghái, resumía en una crónica publicada en The New York Times la realidad distópica que se vive en la ciudad: los voluntarios equipados con monos blancos y máscaras anticontagios toman las calles y vigilan que el confinamiento sea estricto y acuden a hacer pruebas edificio por edificio. Se hospitaliza de modo masivo.
Hubo un momento en que los niños positivos en Covid, aún con síntomas leves, eran hospitalizados sin sus padres (en caso de que estos dieran negativo en el test Covid). La medida levantó tal indignación que el gobierno chino decidió suspenderla y que niñas y niños pudieran pasar la cuarentena con sus padres.
Los voluntarios de blanco son una especie de fuerza de choque contra la Covid y, a la vez, un ejército de control social que puede llamar a la puerta de cualquier ciudadano y obligarle a hacerse un test. El malestar social ha comenzado a manifestarse y circulan, en redes sociales, vídeos de ciudadanos siendo reducidos violentamente al negarse a hacerse un test o ser hospitalizados o confinados.
En el mencionado testimonio de Juli Min publicado en The New York Times se describe cómo las medidas extremas antiCovid están provocando efectos indeseados: "La gente acumula alimentos y víveres, se pelea por recursos. Los vecinos se delatan entre sí como posibles portadores del virus".
Sin embargo, Juli Min añade que también existen los ejemplos solidarios: "Algunos vecinos en mi comunidad comparten provisiones: el dueño de un gimnasio local deja bolsas y bolsas de comestibles todos los días afuera de su negocio para que cualquier persona las tome".
Pero lo cierto es que (también a través de redes sociales) se han visto vídeos de gente que en Shanghái arrasa con los productos de un supermercado. El miedo a la escasez cala.
Pero, de momento, lo que los medios oficiales chinos difunden son imágenes de la eficacia en la puesta en marcha de grandes medidas contra la Covid, como la construcción de una nuevo hospital en Shanghái, que se ha puesto en pie en tiempo récord y que cuenta con 40.000 camas. Una gran infraestructura para una urbe de 26 millones de habitantes. En la imagen, el hospital antiCovid de Shanghái antes de recibir sus primeros pacientes.
El confinamiento general de Sanghái y otras áreas de China pone en cuestión la estrategia Covid 0 que planteó el gobierno. En cuanto la variante ómicron ha entrado en juego, no ha habido modo de frenar los contagios.
Los confinamientos generales dañan la moral de la población pero también la economía china. Quedarse en casa implica no ir a trabajar y se ha dado el caso de fábricas que cierran temporalmente o reducen su producción. Algo que agudiza la crisis en la cadena de suministros mundial que se vive desde que irrumpió la pandemia y que todavía no se ha resuelto.
Si en numerosos países hubo protestas contra restricciones mucho más leves (en la imagen, manifestación antivacunas en Nueva York), hay quien teme que las medidas represivas antiCovid de China provoquen un estallido social.
No obstante, el citado testimonio de Juli Min (redactora jefe de The Shanghai Literary Review) en The New York Times habla de que la calma predomina aún: "En general, la gente todavía parece animada, optimista y generosa". Aunque también advierte: la población está al límite.
Claro que el malestar social chino tiene que ser enormemente elevado para que preocupe profundamente a las autoridades porque, como relataba el pensador esloveno Slavoj Žižek que le había contado un amigo chino: “El Partido tiene una ventaja sobre Occidente; no se preocupa por las próximas elecciones”.
Pero vivimos tiempos tan convulsos (BREXIT, Trump, guerra en Ucrania...), que todo parece posible. Incluso una explosión social en China.
Aunque finalmente (muchas veces) la realidad no resulta tan catastrófica ni apocalíptica. Shanghái está cerrada pero lo más probable es que atraviese este periodo crítico, se reabra y vuelva a ser la ciudad cosmopolita y pujante que era antes de la Covid.
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