25 de abril: recordando la revolución de los claveles en Portugal
Pasada la medianoche del 24 de abril de 1974 sonó en Rádio Renascença una canción: 'Grandola Vila Morena'. Era la señal convenida por los generales portugueses rebeldes para dar inicio a una revolución que tenía como objetivo derribar la dictadura.
Las imágenes de aquellas jornadas revolucionarias, 50 años después, siguen transmitiendo esa mezcla de emoción, solemnidad y alegría de un pueblo que anhelaba libertad.
Se dice que fue la empleada de un restaurante lisboeta quien comenzó a repartir flores a los soldados desplegados por las calles. Muy pronto, los claveles se convirtieron en el símbolo de una revuelta épica.
Los soldados portugueses que salieron a las calles hicieron una revolución pacífica. De hecho, hubo hermosas historias de soldados que se negaron a acatar la orden de disparar a partidarios de la dictadura. La victoria llegó sin violencia.
Portugal iniciaba una nueva era en libertad y salieron a la calle los presos políticos y regresaron exiliados como el socialista Mario Soares (en la imagen).
Proceso Revolucionario en Curso (PREC) fue la denominación que se dio al desmantelamiento de la dictadura y puesta en marcha de un camino hacia no se sabía muy bien dónde: dos años hubo de tensiones entre quienes pretendían un Portugal de régimen quizá socialista y quienes preferían una democracia liberal al uso. Se impuso esta última opción.
El sueño de un comunismo a la portuguesa animaba a muchos de los militares revolucionarios. Héroes del 25 de abril como Otelo Saraiva de Carvalho, que pasó de ser un respetadísimo símbolo a ser condenado en la década de los 80 por presuntos vínculos con una organización terrorista de extrema izquierda.
La revolución portuguesa supuso para la izquierda mundial un símbolo precioso. Apenas un año antes otro intento de construir un socialismo de raíces democráticas, el del Chile de Allende, había sido aplastado por las fuerzas reaccionarias. Portugal era una nueva esperanza.
Las tropas portuguesas desplegadas en las colonias (Angola, Mozambique...) volvieron a casa. El ciclo del colonialismo portugués finalizó.
Pese al empuje de un potente Partido Comunista Portugués, fue el socialismo vinculado a la socialdemocracia europea quien finalmente impuso su visión de las cosas en Portugal.
La revolución del 25 de abril permanece en la memoria del pueblo portugués. Y también, a veces, en los muros de sus ciudades.
Abril y sus claveles revolucionarios fueron el inicio de una primavera de libertad en Portugal. Su recuerdo continua siendo inspirador en estos tiempos convulsos y de autoritarismos crecientes.
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