La guerra le sienta bien a la economía rusa
La invasión de Rusia en Ucrania despertó las alarmas de economistas y expertos locales e internacionales que preveían una contracción del Producto Interior Bruto (PIB) ruso del 10% en 2022. El Banco Mundial era aún más pesimista y estimaba una caída superior al 11%.
Sin embargo, los efectos catastróficos de la guerra en la economía del país no se vieron. En 2022, de hecho, el PIB de Rusia se contrajo un 2,1%, según los datos del Banco Mundial, frente a las estimaciones que preveían una caída de doble dígito.
La economía rusa parece ir viento en popa y se ha expandido más que los países del G7. En 2023 creció un 3,6%, según una primera estimación publicada a principios de febrero por el Servicio Estatal de Estadísticas Rosstat.
El país parece haber sorteado con éxito las consecuencias de las múltiples sanciones que la Unión Europea impuso a Rusia tras el estallido de la guerra en Ucrania. El objetivo era aumentar los costes y reducir los ingresos del país para disminuir su capacidad de financiar el conflicto.
La resiliencia de Rusia demuestra que los esfuerzos de los socios europeos no han alcanzado sus objetivos por varias razones. Por un lado, el país ha transformado su economía en una economía de guerra, con un aumento del gasto público dirigido a la defensa y a la industria pesada. El gasto militar supone alrededor del 6% del PIB del país, según apunta el diario español El País.
Además, pese al embargo europeo, la producción de petróleo ruso está ligeramente por debajo del nivel previo a la guerra. Rusia ha logrado encontrar nuevas rutas comerciales y dirigir sus ventas a otros países que no imponen limitaciones, como China y la India.
Rusia también ha podido evadir las sanciones impuestas por Europa a través de una “flota en la sombra”. Centenares de petroleros a menudo descargan el crudo en buques en alta mar, dificultando el seguimiento de las exportaciones de petróleo procedentes del país.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Los expertos advierten de que, por un lado, Rusia sigue dependiendo de las ventas de gas y petróleo. Por otro, el país está sometido a la evolución de la producción militar, lo cual levanta dudas sobre qué pasará cuando la guerra llegará a su fin.
La expansión de la industria de la defensa ha llevado a la creación de nuevos puestos de trabajo. En un encuentro con los trabajadores del sector en la ciudad de Tula, el presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó a principios de febrero que en el último año y medio se han creado 520.000 nuevos empleos en defensa, necesarios para alcanzar los objetivos de producción.
La inclusión de una mayor fuerza laboral en el sector defensa ha provocado una escasez de mano de obra en la industria civil difícil de colmar, mientras la tasa de paro ha alcanzado mínimos históricos.
El país latinoamericano que perdió una gran baza comercial por 'ayudar' a EEUU
De hecho, tras el estallido de la guerra, la movilización de miles de hombres en el ejército y la huida de muchos otros ha reducido la fuerza laboral disponible en el país. En 2022 se movilizaron 300.000 hombres a la guerra, y se reclutaron otros 490.000 en 2023, según los datos recopilados por el Financial Times.
Ante esta escasez de trabajadores, los demás sectores económicos han tenido que elevar los salarios para competir con los sueldos de la industria de la defensa. Si bien esto ha impulsado la demanda interna, por otro lado ha aumentado los riesgos inflacionistas.
El sobrecalentamiento de la economía rusa y el encarecimiento de los precios ha obligado las autoridades monetarias a subir los tipos de interés hasta el 16%. “La economía estaba creciendo a un ritmo por encima de su potencial”, dijo la gobernadora del Banco de Rusia, Elvira Nabiullina, a mediados de febrero.
Pese a los riesgos al horizonte, las previsiones para el año son positivas. El Fondo Monetario Internacional prevé un incremento del PIB de Rusia del 2,6% este 2024. Se trata de más del doble de lo que había estimado el pasado octubre, según el diario Financial Times.
Si las previsiones se cumplen, este crecimiento sería tres veces mayor que el de la zona euro. De hecho, según las últimas estimaciones de la Comisión Europea, la región solo crecería un 0,9% este año.
El buen comportamiento de la economía rusa es uno de los temas de los que presume Putin en vista de las elecciones presidenciales de marzo de 2024. La reelección parece asegurada para el mandatario, que lleva desde 1999 en el poder, y aunque se enfrentará en los comicios a dos candidatos de la oposición, todo indica a que saldrá victorioso en las próximas elecciones.
Síguenos y descubre cada día contenidos que te interesan