Alarmante aumento de la violencia machista entre la juventud: claves de una lacra social
En un mundo donde la brecha de género se está reduciendo, surge una preocupación creciente: el aumento de la violencia machista entre la juventud. Este fenómeno desafía nuestras percepciones y nos impulsa a buscar soluciones efectivas. Para abordarlo con éxito, es crucial entender la situación actual.
Según el Índice Global de la Brecha de Género 2023 (146 países, índice sobre 100) publicado por el World Economic Forum, los países como Islandia, Noruega, Finlandia, Nueva Zelanda, Suecia, Alemania, Nicaragua, Namibia y Lituania han cerrado al menos el 80% de su brecha. Islandia (91,2%) ocupa el primer lugar.
La brecha de género en salud y supervivencia se ha cerrado en un 96%, en logro educativo en un 95.2%, dejando atrás la participación y oportunidades económicas en un 60.1%, y en empoderamiento político en un 22.1%.
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La paridad de género en Europa (76.3%) supera el nivel de paridad en América del Norte (75%) para ubicarse en el primer lugar de ocho regiones geográficas. Muy cerca se encuentran América Latina y el Caribe, con un 74.3% de paridad. Por detrás están Eurasia y Asia, el Pacífico seguidos de África subsahariana. Norte de África (62.6%), es la región más alejada de la paridad en 2023.
En 2023, España ha escalado dos posiciones en el ranking de igualdad de género de la Unión Europea, ubicándose como el cuarto país más avanzado según el Instituto Europeo para la Igualdad de Género (EIGE). Este avance refleja mejoras en el ámbito laboral, educativo, acceso a liderazgo para las mujeres, según un artículo publicado por El País.
En este mismo artículo, se revela que más de la mitad de los niños, niñas y adolescentes atendidos por la Fundación ANAR entre 2018 y 2022 por diversos tipos de violencia contra las mujeres informaron casos de violencia machista, según el último informe de la fundación.
El informe destaca que el 70,3% de las adolescentes no denuncian la violencia que sufren, el 47,1% no es consciente del problema y en el 79,7% de los casos las nuevas tecnologías están implicadas.
Las nuevas tecnologías han exacerbado aún más el deseo de control del agresor sobre su pareja, siendo su objetivo principal mantener una posición de poder para dirigir y controlar la conducta de la víctima.
Muchos jóvenes y docentes carecen de educación y de herramientas para enfrentar la hipersexualización y el acceso temprano al contenido para mayores de edad violento y machista.
Según un artículo de Euronews, la Comisión Europea está debatiendo una directiva que podría hacer obligatoria la recopilación de datos en toda la UE, ya que la violencia contra las mujeres no suele denunciarse ni registrarse.
Según un estudio publicado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social (injuve), existe una correlación entre los factores genéticos o biológicos; el consumo de bebidas alcohólicas y el consumo de sustancias psicoactivas, y la violencia.
Estos factores incluyen también la densidad de la población, el sexo, el nivel socioeconómico de la víctima y su raza.
La estructura de la sociedad y el nivel educativo son factores relevantes.
En nuestra sociedad, factores como la pobreza y la desigualdad de género, tanto en términos de recursos financieros como de acceso al mercado laboral y calidad del empleo, son una realidad presente.
Hay diversos factores de riesgo que contribuyen a la violencia juvenil, los cuales pueden clasificarse en riesgos individuales, del entorno y sociales. Según un informe de Injuve, entre los factores de riesgo individuales se incluyen la hiperactividad, trastornos de conducta, conductas delictivas, consumo precoz de sustancias perjudiciales para la salud, bajo nivel intelectual o bajo rendimiento académico, entre otros.
Las relaciones cercanas, más allá del ámbito familiar, también pueden constituir un riesgo. Factores como la falta de supervisión parental, prácticas disciplinarias inconsistentes, vínculos afectivos débiles entre padres e hijos, baja participación parental en las actividades de los hijos, historial delictivo de los progenitores, depresión o desempleo en la familia, y la exposición a violencia en el hogar, son algunos ejemplos.
La influencia de compañeros delincuentes y la pertenencia a pandillas son también factores de riesgo. A nivel global, las tasas de homicidios juveniles entre hombres son significativamente más altas que entre mujeres. Esta disparidad tiende a ser más pronunciada en países con una alta proporción de población masculina.
Factores de riesgo en la comunidad y la sociedad incluyen acceso y consumo inadecuado de alcohol, disponibilidad de armas de fuego, tráfico de substancias ilícitas y la pobreza. La mayoría de los países con tasas de homicidios juveniles superiores a 10 por 100.000 son naciones en desarrollo o atraviesan cambios socioeconómicos complejos, con la excepción de Estados Unidos, donde la tasa es de 11 por 100.000.
Según un artículo publicado por la ONU, para alcanzar la igualdad de género incluida en la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, sigue habiendo grandes desafíos.
Bajo un escenario climático catastrófico, se proyecta que la inseguridad alimentaria afectará a hasta 236 millones más de mujeres y niñas, en comparación con 131 millones más de hombres y niños, debido al cambio climático.
Ningún país está cerca de erradicar la violencia de pareja y solo 27 países tienen sistemas integrales para rastrear y asignar presupuestos para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
El número de mujeres y niñas en contextos afectados por conflictos ha aumentado significativamente, con consecuencias catastróficas. En 2022, el número de mujeres y niñas que viven en dichos contextos alcanzó los 614 millones, un 50% más que en 2017.
A nivel mundial se estima que 110 millones de niñas y mujeres jóvenes estarán fuera de la escuela en 2030 según la ONU.
La desigualdad persiste en los salarios y los ingresos laborales. A nivel global, por cada dólar que ganan los hombres, las mujeres solo ganan 51 centavos.
Queda mucho camino para alcanzar los objetivos de la ONU en cuanto a igualdad de genero. ¿Cómo abordar este desafío y promover un futuro más seguro y equitativo para todos?