Bukele, presidente de El Salvador: ¿dictador o héroe del pueblo?
"Dictador cool". Así se definió (irónicamente, suponemos) el propio Nayib Bukele en su perfil de X (antes Twitter). Con esa broma tan típica de red social trataba de desactivar la acusación que se le lanza desde algunos ámbitos de opinión y prensa. En las elecciones del domingo 4 de enero, Bukele ganó por abrumadora mayoría (¡un 85%!) así que... ¿dictador o héroe del pueblo absolutamente democrático?
No puede entenderse la adoración por Bukele de una amplia mayoría de salvadoreños sin hacer referencia al problema de la violencia de las bandas (las denominadas 'maras'). Bukele se apuntó un enorme éxito: bajó el número de crímenes con una política de mano dura que, según sus críticos, vulnera derechos humanos. Pero ¿qué importan los derechos humanos cuando, de nuevo, las calles de El Salvador son seguras? Ese es el razonamiento de muchos compatriotas de Bukele.
Según datos de la Policía Nacional Civil de El Salvador recogidos por BBC, la tasa anual de homicidios en el país descendió del 106'3 por cada 100.000 habitantes en 2015 al 2'4 en 2023. ¿Son estos datos manipulados? Tanto la BBC como otros medios internacionales corroboran en diferentes reportajes que las calles salvadoreñas se pacificaron con Bukele. A costa, eso sí, de llenar las cárceles con detenciones masivas y sin las garantías de una democracia.
El diario español El País recogía en un artículo sobre El Salvador de Bukele cómo durante el último periodo de su mandato se llevaron a cabo 76.000 detenciones, con más de 6.000 recursos a la Corte Constitucional por presunto arresto de inocentes a quien se encarcela sin pruebas.
Curiosamente, medios salvadoreños como El Faro aseguran que Bukele (desde su época de alcalde de San Salvador) tuvo conversaciones y negociaciones con las bandas principales (Mara Salvatrucha-13, Barrio 18 Revolucionarios y Barrio 18 Sureños) e intentó un acuerdo para la paz con las 'maras' siendo presidente. El diálogo fracasó y Bukele se lanzó a pelear con todo.
Bukele es un político del siglo XXI, entregado al ruido de las redes sociales y la lucha por la atención constante, pero comenzó en un partido tradicional: el izquierdista FMLN, con el que llegó primero a gobernar como alcalde de Nuevo Cuscatlán y luego de la capital, San Salvador.
Nayib Bukele (nacido en San Salvador el 24 de julio de 1981) es hijo del empresario de origen palestino Armando Bukele Kattán. Vivió siempre sin problemas económicos y comenzó una carrera universitaria pero abandonó los estudios para trabajar en las agencias de publicidad y la distribuidora de Yamaha Motor para El Salvador que eran propiedad de su padre.
La realidad es que Bukele posee esa autenticidad de quien no duda en romper las normas y hablar con el lenguaje de redes sociales, donde todo es confrontación instantánea, sin margen para la reflexión. Tras años de discurso político aburrido y ensimismado, las palabras y capacidad para la acción de Bukele seducen a la gente. En la imagen, en una gala del concurso Miss Universo.
Los diferentes perfiles sobre Bukele publicados en prensa retratan a un personaje impaciente e impulsivo. Y sin miedo a lanzarse al vacío. Como cuando, sorprendiendo al mundo, apostó para El Salvador por el bitcoin como una moneda oficial más.
La economía de El Salvador no mejoró sustancialmente bajo el mandato de Bukele. La cotización del bitcoin es una montaña rusa y, por tanto, da grandes pérdidas o algunas ganancias según el día (el gobierno compró importantes cantidades de este activo). Pero la apuesta del recién reelegido presidente es el turismo: hacer de los bellos paisajes salvadoreños un motor económico.
Imagen: Esaú Fuentes González / Unsplash
De hecho, según recogía la BBC, El Salvador aumentó en un 40% la llegada de turistas en 2023. Es un logro pero no suficiente para mejorar la marcha económica de un país con mucha pobreza.
Imagen: Alejandro Alas / Unsplash
También están los megaproyectos impulsados por Bukele para mejorar la imagen del país: la arquitectónicamente impresionante Biblioteca Nacional de San Salvador (en la imagen), el nuevo aeropuerto de San Salvador, el Estadio Nacional... Proyectos, tal y como recoge CNN, financiados por China, con quien mantiene una estrecha relación de amistad.
Sea como sea, parece el pueblo salvadoreño mayoritariamente respalda a Bukele. Incluso aunque se haya presentado de nuevo a presidente contraviniendo la legislación que prohibe la reelección consecutiva de un mandatario. Incluso aunque la noche de las elecciones se declarase ganador antes de que salieran los resultados oficiales. (En la imagen, Bukele junto a su esposa, Gabriela Rodríguez, educadora, psicóloga y bailarina).
Si damos por buenos los datos ofrecidos por el propio Bukele (85% de los votos para él- según la BBC, 1'6 millones de votos frente a los apenas 139.000 del FMLN en la oposición), El Salvador se asoma a una especie de régimen democrático de partido único.
El periodista salvadoreño Carlos Duda, director de El Faro, publicó en el español diario El País una advertencia muy seria tras conocerse los resultados electorales. La tituló 'Así nace una dictadura' y aseguraba en ese artículo que Bukele tiene ahora el respaldo de las urnas pero se prepara por si perdiera ese apoyo electoral acumulando poder en todas las instituciones y aumentando la financiación y efectivos del ejército, de quien podría disponer si mañana algo se tuerce en su presidencia.
Hay que acordarse, además, de las familias que sufren abusos del poder. Aquellas que, en el fuego cruzado de la lucha contra las bandas criminales, vieron a sus hijos inocentes encarcelados. Gente que, en total minoría, lucha en las calles para que se respete algo tan básico como las reglas democráticas a la hora de ser llevado a prisión.
Para muchos analistas, Bukele pasa a engrosar la lista de los nuevos autócratas del siglo XXI (Viktor Orban, Trump, Erdoğan, Putin...), cuyo poder emana de las urnas pero que, en la práctica, avanzan en la demolición de la democracia.