El gran reto de Rusia que podría cambiar la suerte de la guerra en Ucrania
Después de un periodo en el que parecía que Rusia le estaba ganando terreno a Ucrania, ahora la guerra ha vuelto a un punto muerto.
Por un lado, Ucrania se ha visto beneficiada por el envío de armas y equipos por parte de Estados Unidos, que por fin, tras el retraso de su aprobación, ha concedido al país invadido la financiación que necesitaba para hacer frente al conflicto.
Con la financiación, llego también la autorización del gobierno de Joe Biden de poder utilizar las armas cedidas para golpear objetivos militares en territorio ruso.
Por su parte, Rusia, a lo largo del conflicto, siempre ha tenido mejor equipamiento: más soldados y más armas. Pero la historia, ahora, podría cambiar.
Tal y como explica el diario The Economist, el país liderado por Vladímir Putin gozaba de un mayor armamento por un motivo: tenía a su disposición grandes reservas de armas del periodo soviético. Sin embargo, podrían acabarse muy pronto.
El equipo humano no parece ser un problema. Según el diario británico, Rusia envía unos 25.000 nuevos soldados al frente cada mes, donde tiene alrededor de 470.000 hombres. Sin embargo, no mismo ocurre con las armas.
Pero el equipamiento militar escasea. De acuerdo con los servicios de inteligencia internacionales citados por The Economist, en dos años de conflicto Rusia perdió unos 3.000 tanques y 5.000 vehículos blindados.
Según Oryx, un sitio holandés de inteligencia de fuente abierta, hay evidencias fotográficas de unos 3.235 tanques perdidos por el país a lo largo del conflicto. Sin embargo, el mismo organismo apunta que serían muchos más.
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En diciembre de 2023, el entonces ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, dijo que ese año se habían entregado 1530 tanques. Sin embargo, ante estas evidencias, no sorprende que ese anuncio era una verdad a medias.
Según los expertos del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, el 85% de estos vehículos no eran nuevos, sino reacondicionados y sacados del almacén soviético. Algunos estaban fechados justo después de la Segunda Guerra Mundial.
Si bien Rusia se ha convertido en una economía de guerra, con el 8% de su PIB dedicado al gasto militar, la producción de nuevos tanques u otros vehículos blindados está siendo más difícil de lo previsto y las razones son varias.
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Primero, necesita componentes tanto para construirlos como para reacondicionarlos. Y las reservas de estos materiales, destinadas para su uso en 2025, ya se han vaciado, explica The Economist.
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Otros elementos, como los calentadores de combustibles para motores diésel, necesarios para poner en marcha estos vehículos, los importaba de Europa. Algo que ahora no puede hacer por las sanciones impuestas por la UE tras la invasión de Ucrania.
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Finalmente, otro problema está en la perdida de mano de obra, con una caída significativa de trabajadores en la industria militar, y la falta de automatización de las fábricas, que podría compensar, al menos en parte, esta escasez.
Pero los tanques y vehículos blindados no son el único quebradero de cabeza para Putin. La artillería también es una gran incógnita. Hasta hora, quien le ha suministrado proyectiles ha sido Corea del Norte, que podría garantizarle reservas suficientes
No obstante, se está enfrentando a un desgaste muy acelerado de los cañones, y en el país, según los expertos consultados por The Economist, son solo dos las fábricas pueden producirlos. En total, podrían fabricar unos 200 al año, frente a los miles que necesitaría el país para el conflicto.