¿Por qué nos gusta pasar miedo?
¿Por qué nos gusta el cine de terror? ¿Por qué disfrutamos en una montaña rusa? ¿Qué nos lleva a visitar una casa presuntamente encantada? Lo cierto es que el ser humano tiene motivos, tanto psicológicos como físicos, para disfrutar del miedo.
La respuesta biológica que da el organismo a estímulos de terror es altamente compleja y, según Elias Aboujaoude, profesor clínico de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en Stanford Medicine (USA), activa emociones desagradables como el estrés, y agradables, como el alivio.
Según el doctor Aboujaoude, el ser humano ha evolucionado para responder a estímulos que le asustan de dos formar: huyendo o luchando, esto es, dilatando las pupilas para ver mejor, ensanchando los bronquios para absorber más oxígeno o desviando sangre y glucosa a órganos vitales y músculos del esqueleto.
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Pero más allá de la respuesta fisiológica, el terror puede ser altamente estimulante, pues a cambio de un momento puntual de pavor, el cuerpo recibe la satisfacción del alivio cuando éste desaparece. Esta sensación de alivio puede ser tan adictiva que lleva a mucha gente a buscar estímulos de terror para volver a sentirla.
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Cuando un ser humano se siente amenazado, las tres sustancias químicas más importantes que libera son la adrenalina, la dopamina y el cortisol, cada una tiene una labor bien marcada en el uso y disfrute del miedo.
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Por un lado, la adrenalina dispara el ritmo cardiaco, la presión arterial y la frecuencia respiratoria. Esto es, "puede implicar un subidón que haga que te sientas vigoroso y enérgico", comenta el doctor Aboujaoude.
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Por otro lado, el cortisol, conocida como la hormona del estrés porque regula constantemente determinadas funciones corporales, puede incrementarse cuando el organismo se esfuerza por superar una situación anómala como es el miedo, ayudando a mantener la adrenalina en altos niveles, incluso liberando glucosa para obtener una carga extra de energía. Es decir, otro subidón.
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Y luego está la dopamina, un neurotransmisor del bienestar general que se asocia al placer, la expectativa y la recompensa. Superar una amenaza como el miedo es comparable a ganar una carrera o recibir aprobación de los demás, pero mucho más asequible, por lo que mucha gente fuerza para obtener dopamina a través del miedo.
¿Y cuál es la forma más sencilla de tener miedo sin riesgo aparente? El cine. El género que nunca falla puede llevar al espectador al límite de sus miedos, pero siempre con la certeza de que no traspasará la pantalla, por lo que el riesgo es mínimo.
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Pero además, hay otras motivaciones que llevan a la gente a disfrutar del miedo. Desde el contagio de la actividad posterior, que lleva a que esta activación que ha supuesto el miedo, llegue a la posterior actividad que vayas a realizar, a subir la autoestima, por incrementar la percepción de valentía que alguien tiene de sí mismo.
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Además, el miedo potencia la curiosidad y la estimulación, desarrolla la empatía porque nos ponemos en el lugar de la víctima y analizamos qué haríamos en su lugar, y ayuda a vivir una experiencia grupal en la que, tanto el mal rato, como la euforia se comparten y se comparan.
¿Por qué nos gusta pasar miedo? Porque, en su mayoría, el ser humano considera que la recompensa posterior es mayor que el mal trago del momento de pavor.
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