¿Puede Europa vivir sin gas ruso?
Tras la invasión de Rusia en Ucrania, la Unión Europa decidió adoptar una serie de sanciones contra el país liderado por Vladímir Putin. Algunas de estas gravan sobre productos como el carbón y el petróleo.
En particular, estas medidas afectan al 90% de las importaciones actuales de petróleo de la UE procedentes de Rusia, según la web de la Comisión Europea. En cambio, la prohibición de importar carbón ruso afecta a un cuarto de las exportaciones mundiales rusas de este combustible.
De esta forma, la UE pretendía generar un impacto significativo en los presupuestos de Rusia para evitar que siguiera financiando la guerra en Ucrania.
La decisión de los Veintisiete no fue sencilla y los temores de que se generara una crisis de desabastecimiento o que los precios repuntaran exponencialmente estaban sobre la mesa.
Sin embargo, dos años después de la invasión, Europa se acerca siempre más a otro objetivo, quizás el más ambicioso: poner fin a las importaciones del gas ruso.
Hasta ahora, la Unión ha logrado aguantar una reducción del 80% del gas natural ruso por gasoducto, sin tener que adoptar racionamientos de energía y sin renunciar al apoyo de Ucrania, tal y como explica el Real Instituto Elcano.
La magnitud del recorte es importante. En 2021 el 42% de las importaciones de gas natural de Europa procedían de Rusia. En 2023 fueron tan solo el 14%.
El gas ruso sigue llegando a Europa por tres vías: por mar, por tubo pasando a través de Turquía y por ducto pasando por Ucrania.
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Europa ha conseguido desarrollar más capacidades para importar gas natural licuado e impulsar mayores instalaciones de regasificación para procesar el gas licuado.
De esta manera, también ha podido ampliar sus proveedores para suplir a sus necesidades. Entre estos, Estados Unidos, Australia, Qatar, Trinidad y Tobago.
Otro factor que empujaría a Europa hacia el alejamiento total de Rusia como proveedor es que la demanda ha caído y para muchos se trata de un factor estructural. Además, tanto por la iniciativa de los países como por unas temperaturas más altas de lo normal, el almacenamiento de las reservas se sitúa en niveles históricamente altos.
Ante este escenario, la comisaria europea de la energía, Kadri Simson, ha afirmado recientemente que la Unión tiene que librarse por completo del gas ruso hasta 2027, tal y como establecido también en el REPowerEU.
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Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. De hecho, pese a que los precios ahora son muchos más bajos respecto a cuando estalló el conflicto, el gas ruso sigue siendo mucho más barato respecto al de los demás proveedores.
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Además, como explica el diario El País, estados como Austria, Eslovaquia y Hungría -un aliado de Putin- se están beneficiando del gas a precios más bajos, lo cual dificulta la posibilidad de cortar por completo el gas ruso. De hecho, la imposición de sanciones requiere el voto unánime de los estados en el Consejo de la UE.
Según los directivos de la industria petrolera y del gas, reunidos en la conferencia energética CERAWeek, Europa tendrá que desarrollar más infraestructuras para reemplazar totalmente el gas ruso, según recoge Reuters.
Los expertos del Real Instituto Elcano plantean la posibilidad de que no se logre un cese total de las importaciones de gas para 2027 debido a la fragmentación de los países. Sin embargo, advierten de que el mercado del gas ruso en Europa será muy limitado, en pleno camino hacia la descarbonización de las economías.
De hecho, por ahora Lituania es uno de los pocos países que presionan para que se ponga fin a las importaciones de gas ruso hasta eliminarlas en 2027. Por ello, una de las soluciones será que cada estado decida de forma voluntaria si seguir comprando de Rusia o no.