La preocupante amenaza de las superbacterias
Se llama superbacterias a las bacterias que han desarrollado una resistencia a los antibióticos que hacen imposible un tratamiento médico convencional. Han pasado de ser algo anecdótico a causar miles de muertes.
Sirva como dato el aportado por la prestigiosa revista The Lancet que, en 2022, desveló una cifra aterradora de fallecimientos a causa de este tipo de bacterias: 1,2 millones de personas al año. Más que por VIH o malaria.
Desde que el doctor Fleming (en la imagen) descubriera la penicilina en 1928, los antibióticos han sido un arma fundamental para salvar vidas. Pero el abuso de antibióticos (por su uso inadecuado en humanos o animales de los que luego nos alimentamos) ha causado un grave problema: las bacterias han aprendido a eludir su efecto.
Hablamos de una verdadera pesadilla médica. Si no puede detenerse una infección bacteriana mediante un antibiótico, ¿qué puede hacerse? A veces, aunque suene horrible, se recurre a amputar zonas infectadas.
El estudio de The Lancet llega a calcular que, si la progresión de las superbacterias continúa, en 30 años estos microbios superpoderosos podrían provocar la muerte ¡de 10 millones de personas cada año!
Si tenemos en cuenta que la Covid mató a algo más de cinco millones de seres humanos en dos años de pandemia, al hablar de 10 millones de muertes por superbacterias podemos apreciar el grado de peligro al que nos exponemos.
Imagen: Martin Sánchez / Unsplash
Los científicos coinciden en que durante demasiado tiempo las sociedades desarrolladas se hipermedicaron con antibióticos y ello provocó un aprendizaje de las bacterias para defenderse.
Imagen: Unsplash / Volodymyr Hryshchenko
También se ha tratado con antibióticos de modo masivo (y no adecuadamente) a los animales de la ganadería industrial. Actualmente un gran número de países restringen el uso de antibióticos en animales y la carne que se consume es analizada para que no tenga rastro de este componente. Las ovejas en libertad como la de la imagen suelen estar más sanas.
Imagen: Sam Carter / Unsplash
Las superbacterias tienen en estado de alerta a la comunidad científica. No hay un modo general de combatirlas. Existen vacunas que protegen de infecciones bacterianas y algún método experimental en el que se lanzan virus a combatir contra las superbacterias, como si de una lucha de Godzilla contra King Kong se tratara.
Uno de los tratamientos exitosos contra las superbacterias se aplicó a la belga Karen Northshield (en la imagen, con muletas). Esta mujer resultó herida en un atentado perpetrado con bomba en Bruselas. Era 2021 y su recuperación se vio truncada por la aparición en su cuerpo de una bacteria resistente al antibiótico. Hubo que extirpar áreas de su cuerpo para salvar su vida. Hasta que llegó la solución.
Con Karen Northshield se aplicó una técnica que, según explica Kevin Doxzen (de la Universidad de Arizona) en The Conversation, consiste en recurrir a unos virus denominados "bacteriófagos, también conocidos como fagos, que sobreviven infectando la bacteria, replicándose y saliendo de su huésped, con lo que destruyen la bacteria".
Los virus bacteriófagos salvaron a Karen Northshield, y el éxito fue divulgado en Nature.
A veces estos microorganismos devoradores de bacterias sólo logran debilitarlas y necesitan la ayuda del antibiótico tradicional. Es lo que sucedió con Karen. Lo que los bacteriófagos hicieron, según la investigación publicada en Nature, es ayudar a que, de nuevo, los antibióticos funcionasen. Destruyeron la protección de las bacterias resistentes.
Estas líneas de investigación contra las superbacterias son importantes ya que, según resumió The New York Times en un titular estamos ante "Revenge of the Bacteria: Why We're Losing the War" ("la venganza de las bacterias: por qué estamos perdiendo la guerra").
Los tratamientos con bacteriófagos son actualmente de carácter experimental. No están autorizados de modo general en la gran parte de los sistemas sanitarios.
Las superbacterias son especialmente peligrosas en niñas y niños pequeños, ya que su sistema inmunológico no está desarrollado. Y un estudio de la Case Western Reserve University sobre un número de 10.000 pacientes infantiles de hospitales estadounidenses reveló en 2017 un aumento del 700% en los casos infantiles con superbacterias en sólo diez años.
La lucha está desarrollándose en hospitales y laboratorios. Y también a la hora de medicarnos (o de medicar a los animales). Los antibióticos sólo han de usarse cuando es absolutamente imprescindible.
ADEMÁS: La enfermedad del beso (o mononucleosis) podría ser el origen de la esclerosis múltiple