El país que quiere clonarse para no desaparecer bajo las aguas
Tuvalu es una pequeña nación ubicada entre Australia y Hawái, en el Pacífico Sur. Un conjunto de islas y atolones que apenas alcanzan los 4 metros sobre el nivel del mar.
Esta minúscula nación es el perfecto ejemplo de cómo el cambio climático puede abocar a millones de personas en el mundo a abandonar sus hogares. Porque Tuvalu se hunde. Muy rápidamente. Y sus autoridades buscan el modo de huir de su fatal destino.
Según diversos estudios científicos, en apenas 50 años podría Tuvalu quedar totalmente sumergida bajo las aguas del océano Pacífico. Pero es que ya, ahora mismo, el mar penetra en lo que era tierra firme y complica dramáticamente la vida de los 11.000 habitantes de esta pequeña nación.
Tuvalu pelea contra la subida de las aguas de modo físico (reforzando sus costas, buscando soluciones de ingeniería) pero también, según explicaban sus autoridades a The Guardian, se está elaborando un "clon digital". Un Tuvalu virtual para que la cultura de esa nación permanezca viva antes de una posible diáspora.
Ante la posibilidad (bastante probable) de que Tuvalu desaparezca y sus habitantes tengan que marchar, el gobierno puso en marcha el proyecto Futuro Ahora, un gran proceso de digitalización que incluye lo administrativo pero también lo cultural. Si Tuvalu se hunde, seguirá viviendo en la 'nube' digital. Con sus órganos de gobierno, sus instituciones y sus creencias y ritos populares.
En realidad, tal y como tituló Euronews, se trataría de una especie de fuga al metaverso.
La brutal acción del ser humano ha convertido un paisaje paradisiaco en otra cosa muy distinta. La basura que arrojamos al mar, ese plástico que los turistas dejan flotar descuidadamente cuando se bañan, llega trasladado por las corrientes a las playas de arena blanquísima de Tuvalu.
En 2021 la escritora Devi Lockwood se hacía en The New York Times una pregunta: "¿Qué significa que toda una nación se vuelva inhabitable?". Tomaba el ejemplo de Tuvalu y mencionaba cómo por la subida de las aguas, muchos cultivos se pudrían y lo que era un territorio autosuficiente en muchos aspectos tenía que importar una buena parte de sus alimentos.
Devi Lockwood escribía en The New York Times: "Durante mi mes en Tuvalu (de diciembre de 2014 a enero de 2015), aprendí a qué sabe el cambio climático: arroz importado, carne enlatada en conserva, un puñado de zanahorias y manzanas importadas".
El fin de Tuvalu anticipa lo que puede suceder en muchos otros territorios del mundo. La subida del nivel del mar (sumada a otros efectos del cambio climático -sequías, ciclones, etc-) puede provocar una oleada migratoria de dimensiones que todavía no resulta fácil de calcular.
En un artículo recogido en la web del Banco Mundial se hablaba de 216 millones de desplazados por el cambio climático para 2050. ¿Podrá el mundo desarrollado asumir tal oleada migratoria?
En la crónica de The Guardian sobre el proyecto de clon digital hablan de un día a día en Tuvalu donde el miedo domina. Los jóvenes tienen miedo, saben que su futuro ya no es posible en el lugar donde nacieron.
Pero Tuvalu no es el único territorio en peligro. Hay una larga lista de destinos turísticos paradisiacos amenazados de desaparición por la crisis climática. El más evidente, Maldivas (en la imagen), con sus minúsculos islotes.
Imagen: Ibrahi Mushan / Unsplash
Además, los científicos tienen la impresión de que, una vez se han superado ciertos límites, el cambio climático va más rápido de lo esperado.
De hecho, en las diferentes crónicas periodísticas sobre el desastre al que se asoma Tuvalu los habitantes de este país mencionan que todo comenzó hacia el año 2000. De repente, a toda prisa, el agua comenzó a ser un enemigo implacable.
Y, sin embargo, los habitantes y las autoridades de Tuvalu siguen peleando por su supervivencia. Es lo que nos queda: batallar para parar los efectos de la crisis climáticas, tomar medidas, impulsar un cambio de paradigma que, tal vez, permita que lugares como Tuvalu tengan algún futuro.