Putin le declara la guerra a Mickey Mouse
Ni Mickey Mouse, ni Blancanieves, ni 'Toy Story' ni algún otro elemento del extenso universo Disney son del agrado de Vladimir Putin. El presidente ruso ha expresado su descontento con los mensajes que estas películas, especialmente las más recientes, transmiten. A pesar de su rechazo, parece que dentro de su propio entorno familiar hay quienes no comparten su opinión y desafían abiertamente su postura, incluso llegando al punto de vestirse como personajes de Disney.
Es lo que tienen los niños. Y de eso se trata: el presidente de Rusia, Vladímir Putin, parece tener un nuevo frente de batalla, esta vez en su propia casa, en la guerra que libra contra la influencia occidental a través de las películas de animación. Uno de los hijos de Putin es un fanático de Disney. Al menos, es lo que afirma una fuente de Dossier Center, según Newsweek.
Dossier Center es un proyecto lanzado por el opositor ruso Mijail Jodorkovski. La web publica noticias sobre diversas personas directamente conectadas al Kremlin y sobre el propio Putin. Según el centro, la fuente del artículo que describe largamente la vida privada de la familia Putin es uno de los empleados del todopoderoso presidente de Rusia.
Dossier Center, en un artículo titulado 'Sucesión: La vida secreta de los hijos de Vladímir Putin', cuenta que el hijo mayor del líder ruso, Ivan Putin, es muy aficionado de los dibujos de Disney, "para disgusto de sus padres".
Aunque Putin ha afirmado en enero de este año que al ver dibujos occidentales "después de media hora ya se te estará cayendo la cabeza", a su hijo le gusta jugar imitando a los personajes de Disney.
Ivan, de 9 años, es el primero de los dos hijos que Putin supuestamente tiene con la gimnasta olímpica Alina Kabáyeva. El segundo es Vladímir Putin Jr., de 5 años. La pareja nunca asumió públicamente su relación que, se supone, viene al menos desde 2008.
Según Dossier Center, los hijos de Putin son los niños "más secretos de Rusia". Sus datos personales no constan en ningún registro oficial y nadie que no sea de su entorno familiar más cercano sabe sus fechas de cumpleaños. Tienen la misma protección de datos que espías o personas bajo protección del Estado.
Ivan y Vladímir no asisten a guarderías ni escuelas, sino que cuentan con tutores privados. Viven en residencias vigiladas por el Servicio de Protección Federal (FSO), tienen sus propios aviones, viajan en yates y en trenes blindados, con una interacción mínima con niños de la misma edad y con escasas visitas de su padre. Siempre (es importante) según la información de medios opositores, cuya credibilidad resulta relativa en un entorno tan impenetrable como es el Kremlin.
Según la fuente de Dossier Center, los niños, que viven con su madre en la residencia de Valdái, a 386 km de Moscú, tienen a su disposición dos ponis, conejos y un perro San Bernardo que es atendido por dos cuidadores de perros.
Entre los juguetes de los hermanos se encuentra una amplia colección de sets de Lego y un iPad, que se utiliza no solo para juegos sino también para lecciones en vídeo. Como su padre, los niños tienen su propio chef de cocina y una taza exclusiva para que puedan beber.
Pero, en medio a todo eso, según Dossier Center, lo que más complace a los niños es compartir tiempo con su padre. Según su fuente, por las tardes, Putin juega al hockey con su hijo mayor (para ello se construyó una pista de hockey en Valdai).
Y suponemos que en esos encuentros con sus hijos, Putin tratará de convencerles de que abandonen su gusto por las películas de Disney. Pero son niños así que no resultará fácil.
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