Una historia de brujas: ¿qué ocurrió en Salem?
Los juicios de Salem (localidad estadounidense situada en Massachusetts) fueron procesos contra mujeres a quienes se acusó de brujería. Los hechos sucedieron en los años 1692 y 1693.
Hubo casi 200 personas procesadas, de las cuales 30 fueron declaradas culpables y se acabó con la vida de 19 (14 de ellas, mujeres). Fue un episodio en el que se mezcló fanatismo y, según algunos historiadores, alucinación o histeria colectiva.
Según relata el Smithsonian Magazine: "En 1711, las autoridades coloniales perdonaron a algunos de los acusados e indemnizaron a sus familias. Pero fue en julio de 2022 cuando Elizabeth Johnson Jr., la última 'bruja' condenada de Salem, fue exonerada oficialmente".
Hay textos que afirman que en Massachusetts (cuyo mapa de la época se ve en la imagen) los puritanos quisieron mediante estos juicios afianzar su poder, dejar claro cuáles eran las normas religiosas de las que, bajo ningún concepto, había que apartarse.
Imagen: De Saunders, Jonathan Peele - http://maps.bpl.org/details_12094, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=13309022
"Al menos 172 personas de Salem y los pueblos de los alrededores, que incluyen lo que ahora es North Andover, fueron acusadas de brujería en 1692 como parte de una inquisición de los puritanos que tenía sus raíces en la paranoia" resumía The New York Times en un artículo.
Imagen: Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15179244
A lo que entonces era Salem llegaron refugiados que huían de territorios devastados por la guerra en Norteamérica entre Inglaterra y Francia. Ello provocó tensiones que, según los historiadores, se tradujeron en el señalamiento xenófobo de los nuevos habitantes, a quien se atribuyó tratos con el diablo.
Y luego está la presencia en Salem de un fanático como Samuel Parrish, ministro puritano al frente de la Iglesia de Salem y quien, ante ciertas conductas "extrañas" de su hija y una sobrina, no dudó en desatar la histeria colectiva acusando a una esclava de hechicería.
Imagen: Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=70447
Aunque también hay quien opina que se provocó un delirio alucinógeno colectivo por la ingesta continuada de pan de centeno contaminado de laviceps purpurea (cornezuelo -en la imagen-), un hongo que provoca efectos parecidos al LSD. Un estudio de 1976 de la revista Science planteó esta posibilidad.
Imagen: De Franz Eugen Köhler, Köhler's Medizinal-Pflanzen - List of Koehler Images, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=255526
Ese efecto alucinógeno explicaría que, tal y como explica history.com, "un grupo de niñas en Salem Village, Massachusetts, afirmara estar poseído por el diablo y acusara a varias mujeres de brujería".
Imagen: Adam McCoid / Unsplash
Así explica Smithsonian Magazine como se inició todo: "En enero de 1692, la hija de Parris, Elizabeth (o Betty), de 9 años, y su sobrina Abigail Williams, de 11 años, comenzaron a tener 'ataques'. Gritaron, arrojaron cosas, emitieron sonidos peculiares y se contorsionaron hasta alcanzar posiciones corporales extrañas".
Tituba (en la ilustración de la imagen) fue una de las primeras víctimas del fanatismo en Salem. Esclava nativa resultó acusada por niñas, golpeada por su "amo" (Samuel Parris) y confesó ser bruja.
Imagen: De Henry Wadsworth Longfellow - "Giles Corey of the Salem Farms" (1868) (Houghton, Mifflin & Co.), in The Complete Poetical Works of Henry Wadsworth Longfellow, Boston, 1902, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=52338165
Torturada, detenida, presionada por la sociedad blanca puritana que la llevaba a juicio, el relato de Tituba ante el tribunal incluyó visiones mágicas: "Había visto un cerdo, un gran perro negro, un gato rojo, un gato negro, un pájaro amarillo y una criatura peluda que caminaba sobre dos patas" cuentan en history.com que relató.
Muchos estudiosos hacen hincapié en que este fenómeno de terror fanático se produjo en un entorno de enorme dureza: la América del Norte donde vivían pioneros acosados por una naturaleza salvaje y enfermedades y una convivencia no siempre amable con la población nativa.
"El aire es cortante como el hielo, teñido de humo y resina, los únicos sonidos son el correr del agua, los bramidos ahogados del ganado y el grito lejano de un lobo. Se siente como el borde del mundo y, para aquellos que se han asentado aquí, lo es". Así describe Malcolm Gaskill la Nueva Inglaterra del XVII en su libro 'The Ruin of All Witches'.
Quizá el detalle más revelador en cuanto al grado de persecución y locura desatado es la abundancia de confesiones por parte de mujeres quienes, por miedo a la tortura o verdaderamente sugestionadas, admitieron estar hechizadas.
El caso quizá más extremo y doloroso fue el de una niña de tan solo cuatro años, Dorthoy Good, que confesó estar embrujada. Fue enviada a prisión.
Los juicios de Salem, más allá de contener otros signos de su época, forman parte también una larga tradición de represión contra las mujeres. Ellas eran las brujas, la amenaza para el puritanismo patriarcal.
Pese al nombre general de juicios de Salem, los procesos se produjeron en varias localidades de los condados de condados de Essex, Suffolk y Middlesex en la entonces colonia inglesa de Massachusetts. En la imagen, Salem en la actualidad.
Imagen: Pascal Vernardon / Unsplash
En 1953 se estrena 'The Crissol', obra de Arthur Miller inspirada en lo sucesos de Salem del siglo XVII. El dramaturgo convirtió la persecución de aquellas mujeres en una metáfora de todas las persecuciones por motivos ideológicos o sociales que en el mundo se han desencadenado a lo largo de la historia.
De hecho, 'The Crissol' se considera una obra que alude a la época (entre 1950 y 1956) en que el senador McCarthy inició una cruzada anticomunista que sumió a Estados Unidos en la paranoia. Esa persecución de supuestos comunistas se denominó "caza de brujas" y fue especialmente brutal en Hollywood.
Salem quedó, desde muy poco después de que se produjeran los siniestros juicios contra brujas imaginarias, como símbolo del modo en que la masa sugestionada y dirigida puede convertirse en una máquina implacable de aplastar al diferente. Aquellas brujas fueron, simplemente, mujeres a quienes, por diversas razones, se quería eliminar del paisaje social.