Cómo sería el mundo tras una hecatombe nuclear

Guerra nuclear: suicidio planetario
¿El fin del mundo?
Invierno nuclear
El sol quedaría oculto tras nubes de humo y partículas en suspensión
Hambruna global
Cosechas perdidas
Desaparición reservas de cereales
Cambio climático
Océanos heridos de muerte
Menos PH, menos aragonito
Los vientos alisios cambiarían
Enormes áreas del planeta devastadas
Radiactividad
¿Habría capacidad de atender a los millones de afectados por la radiactividad?
Aparatos electrónicos inhabilitados
Volver a la Edad de Piedra
La ley del más fuerte
Pero quizá haya esperanza
Guerra nuclear: suicidio planetario

Una guerra nuclear a gran escala supondría, según todos las proyecciones científicas, un desastre planetario de primer orden. ¿Sobreviviría la raza humana? ¿Cómo sería el mundo tras el armagedón nuclear?

¿El fin del mundo?

Los más optimistas quieren creer que en la capacidad de supervivencia de la raza humana. Pero lo cierto es que las explosiones atómicas, además de millones de muertes directas, provocarían cambios profundos que dificultarían mucho la vida en la Tierra.

Invierno nuclear

Uno de los fenómenos más mencionados como trágico efecto secundario de una hecatombe atómica es el llamado "invierno nuclear". ¿En qué consiste?

El sol quedaría oculto tras nubes de humo y partículas en suspensión

Los científicos llevan desde la Guerra Fría augurando que una cadena de explosiones nucleares generaría tal cantidad de humo y particulas en suspensión que el sol quedaría cubierto durante meses y las temperaturas se desplomarían.

Tim Mossholder / Unsplash

Hambruna global

Según Nature, algunos estudios llegaron a señalar la posibilidad de que la temperatura del planeta bajase bruscamente hasta 10º, lo cual estropearía cosechas enteras y generaría hambrunas sin precedentes.

Cosechas perdidas

El Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA hizo un estudio que calculaba que tras una cadena de explosiones nucleares global descenderían las cosechas de maíz en un 13%, las de trigo en un 11 % y las de soja en un 17%.

Desaparición reservas de cereales

Grandes productores como Estados Unidos y Ucrania se verían, por supuesto, muy afectados. En tres años, según dicho estudio de la NASA, desaparecerían las reservas de cereales. La importación resultaría una tarea muy complicada. El hambre azotaría el planeta.

Cambio climático

Hay investigaciones modernas que rebajan la posibilidad de un "invierno nuclear" duradero y sostienen que el efecto podría ser algo más suave. Pero hay consenso científico en que una hecatombe nuclear afectaría al clima y la naturaleza en el planeta.

Imagen: Denny Müller / Unsplash

Océanos heridos de muerte

Según un informe de la oceanógrafa Nicole Lovendusk de la Universidad de Colorado Boulder (recogido por Nature), el enfriamiento global provocado por un invierno nuclear o una bajada brusca de las temperaturas podría rebajar la capacidad de los mares para absorber carbono (CO2).

Menos PH, menos aragonito

Siempre según las conclusiones de Nicole Lovendusk, en unos años bajaría en picado el PH de los mares y descendería el nivel de aragonito. La traducción práctica de esos cambios en los oceános sería una disminución de la vida submarina.

Los vientos alisios cambiarían

Hay quien, incluso, cree que esos cielos oscuros del invierno nuclear y ese enfriamiento haría que los vientos alisios cambiaran de dirección. Lo expuso Joshua Coupe en una convención de la Unión Geofísica Estadounidense, y añadió que sequías y lluvias torrenciales serían consecuencia de ese cambio en los alisios.

Enormes áreas del planeta devastadas

Más allá de esos efectos climáticos y globales, estaría el desastre más evidente: las principales ciudades del mundo convertidas en ruinas, vidas humanas perdidas, enfermedades por radiactividad, infraestructuras anuladas que nos devolverían a un momento casi preindustrial.

Radiactividad

En principio, unos cinco días después de una explosión nuclear podrían salir de sus refugios las personas que estuvieran en las áreas atacadas. Pero es más difícil calcular cuánto tiempo permanece la radiactividad en el terreno, dependiendo de la climatología, los vientos, etc. Lo mejor, abandonar las zonas devastadas.

¿Habría capacidad de atender a los millones de afectados por la radiactividad?

Además de los muertos de modo directo por obra de las explosiones, se desencadenaría un número incalculable de enfermedades provocadas por la radiactividad. Los sistemas hospitalarios (dañados en una hecatombe así) seguramente tendrían difícil dar respuesta a esa oleada de pacientes.

Aparatos electrónicos inhabilitados

Basta con echar un vistazo a la Wikipedia ('Effects of Nuclear Explosion') para hallar otra característica de un mundo posnuclear: el llamado efecto NEMP (pulso electromagnético nuclear coherente) inutilizaría la inmensa mayoría de los aparatos electrónicos.

Volver a la Edad de Piedra

Hasta que pudiese resolverse ese "silencio tecnológico", en las zonas devastadas por la explosión nuclear (y mucho más allá) se volvería, de alguna manera, a la Edad de Piedra.

La ley del más fuerte

El cine posapocalíptico es un género con abundantes títulos desde los tiempos de la Guerra Fría. Allí suele dibujarse un horizonte deprimente de violencia para sobrevivir, donde manda la ley del más fuerte. En la imagen, 'Mad Max' (que fantasea con un apocalipsis por escasez de petróleo).

Pero quizá haya esperanza

No obstante, el futuro nunca está escrito y los peores pronósticos no siempre se cumplen. Sobrevivimos a una gran pandemia gracias a las vacunas y podemos evitar la guerra atómica. E, incluso, si hubiera una hecatombe de esas características, el ser humano tiene una casi infinita capacidad de adaptación. Ojalá no tengamos que ponerla a prueba.

Imagen: Ivana Cajina / Unsplash

ADEMÁS: Dónde caerían las bombas en caso de guerra nuclear

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