Caída del régimen de Al Assad en Siria: ¿y ahora qué?
La ofensiva rebelde, liderada por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), comenzó el 27 de noviembre y rápidamente tomó el control de Alepo y otras localidades clave. A pesar de los esfuerzos del ejército sirio por resistir, los rebeldes avanzaron hacia Damasco, capturando la capital el 8 de diciembre. Bashar al-Asad huyó en un avión, marcando el fin de su gobierno tras más de 50 años en el poder.
La ofensiva HTS ha cambiado el curso del conflicto sirio. Tras avanzar desde Idlib, los rebeldes tomaron Alepo y Hama, culminando con la entrada en Damasco y la huida de Bashar al-Assad, marcando un giro decisivo en la guerra.
De qué manera podría producirse una invasión de Estados Unidos
Lo que comenzó como protestas pacíficas en 2011 se convirtió rápidamente en una guerra civil tras la brutal represión del régimen de Bashar al-Assad. La militarización de la oposición y la intervención de potencias extranjeras transformaron el conflicto, dando protagonismo a grupos como HTS, según Euronews.
Desde finales de noviembre, Hayat Tahrir al-Sham (HTS) ha encabezado una ofensiva que llevó a los rebeldes a tomar puntos estratégicos clave, incluida Alepo. Este avance ha marcado un cambio significativo en el conflicto, erosionando la posición del ejército sirio y reconfigurando el equilibrio de poder en la región.
Estados Unidos y la Unión Europea pidieron sin éxito una desescalada en Siria antes de la caída de Damasco, un evento que transformó el panorama regional. El presidente Joe Biden, en contacto con aliados, calificó la caída del régimen como un "acto de justicia" tras años de guerra, según Euronews.
El ministro de Asuntos Exteriores ruso confirmó que Bashar al-Assad ha abandonado Siria, tras mantener negociaciones con "otros participantes en el conflicto armado".
La comunidad internacional, salvo Irán y Rusia, celebró la caída del régimen de Bashar al-Assad tras la entrada de HTS en Damasco. Según BBC News, Rusia concedió asilo al expresidente y su familia.
Líderes internacionales han manifestado su creciente preocupación por la seguridad tanto de la población siria como de los ciudadanos extranjeros en el país. La ONU ha instado a una transición pacífica del poder para evitar una mayor pérdida de vidas.
La ola de violencia en Siria ha desplazado a cerca de 50.000 personas, empeorando una ya crítica situación humanitaria. Los ataques aéreos han causado numerosas víctimas civiles, dejando a la población en condiciones cada vez más desesperadas. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, la violencia reciente en Siria ha causado 514 muertes, en su mayoría combatientes, pero también 92 civiles.
La caída del régimen de al-Asad supone un duro golpe para Rusia e Irán, principales aliados del gobierno sirio. Este descalabro debilita su influencia regional y dificulta sus maniobras estratégicas en conflictos como los de Gaza y el Líbano.
Tras los acuerdos de alto el fuego entre 2017 y 2020, el régimen de Al Assad recuperó cerca del 80% del territorio sirio. Assad atribuyó la reciente ofensiva rebelde a una maniobra respaldada por Estados Unidos para redibujar el mapa regional, destacando la creciente dependencia de su gobierno hacia aliados externos frente a la presión insurgente.
En Siria, regiones como Idlib están controladas por el Gobierno Sirio de Salvación, mientras que la Administración Autónoma del Norte y Este, respaldada por Occidente, gestiona áreas ricas en petróleo. Esta federación se ha convertido en un refugio para militantes kurdos que combatieron al Estado Islámico y a las fuerzas turcas, consolidando su posición en el complejo panorama del conflicto sirio.
Según Wassim Nasr, periodista de France 24, HTS, un grupo islamista rígido y conservador, no solo rompió lazos con Al Qaeda, sino que también ha enfrentado a estas organizaciones en el campo de batalla.
La misma fuente señala que Abu Mohammad al-Jawlani (en la imagen), líder de HTS, ha moderado su retórica y se aleja de la estricta ideología yihadista para ampliar el apoyo a su grupo. La ofensiva, denominada Operación para Repeler la Agresión, refleja este cambio, evitando lenguaje islamista y referencias yihadistas en sus mensajes oficiales.
La mayoría de los sirios rechazan la retórica religiosa extrema, lo que llevó a muchos a temer al Estado Islámico y, en algunos casos, a apoyar al régimen de Assad de forma reticente. La actual ofensiva de HTS refleja el complejo panorama del norte sirio, donde las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), respaldadas por EE. UU., controlan gran parte del noreste con el apoyo de unos 900 soldados estadounidenses, según BBC News.
Turquía ha desempeñado un papel crucial en el conflicto sirio, brindando apoyo parcial a grupos rebeldes como Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y el Ejército Nacional Sirio (SNA), financiados y entrenados por Ankara. Aunque inició un acercamiento con el régimen de al-Asad, su prioridad ha sido establecer una zona de seguridad en la frontera para contener a los militantes kurdos, motivando su respaldo a las fuerzas opositoras, según France24.
En el norte del país, Turquía mantiene una amplia zona de ocupación a lo largo de la frontera siria, compartida con el Gobierno Provisional Sirio (GIS) y diversas facciones de la oposición. Esta área incluye grupos de oposición tanto islamistas como no islamistas, según Euronews.
Estados Unidos tiene presencia militar en la base de Al-Tanf, ubicada en una región estratégica cerca de la frontera con Irak y Jordania. Desde allí, el ejército estadounidense ha llevado a cabo operaciones contra objetivos iraníes, consolidando su influencia en el conflicto, según Euronews.
En las zonas bajo control estadounidense, el Ejército Sirio Libre (ESL), compuesto principalmente por islamistas y desertores del Ejército Nacional Sirio, comparte el territorio con las fuerzas de EE. UU. Este panorama destaca la complejidad del conflicto en Siria, donde una multiplicidad de actores locales e internacionales luchan por el control de territorios clave, mientras intentan avanzar en sus propios intereses geopolíticos.
El apoyo militar y logístico de Rusia e Irán permitía al régimen de Assad conservar el control en gran parte de Siria.
Moscú mantiene bases clave en Tartus y Kheimim, mientras que Irán utiliza Siria como corredor para armar a Hezbolá en Líbano. En 2015, su colaboración militar, junto a Hezbolá y el grupo Wagner, permitió recuperar gran parte del territorio perdido frente a milicias islamistas y el Estado Islámico.
El conflicto sirio ha dejado un saldo devastador de cerca de 500,000 muertos y 12 millones de personas desplazadas o refugiadas desde su inicio en 2011, según BBC News. La crisis humanitaria y política continúa, con millones de sirios dependiendo de la ayuda internacional para enfrentar las duras condiciones en un país devastado por más de una década de guerra.
Rusia ha solicitado una reunión privada en el Consejo de Seguridad de la ONU para abordar las repercusiones del colapso del régimen de Assad en Siria. Según Dmitry Polyanskiy, representante adjunto de Rusia ante la ONU, la sesión es crucial para analizar las implicaciones de este evento y el futuro de la Fuerza de Observación de la Separación de las Naciones Unidas, encargada de supervisar el alto el fuego en los Altos del Golán, según CNN.
La comunidad internacional, encabezada por la ONU, ha solicitado una transición "estable e inclusiva" que responda a las legítimas aspiraciones del pueblo sirio. Geir Pedersen (en la imagen), enviado especial de la ONU para Siria, instó a trabajar en un plan que garantice una "Siria unificada", preservando su "soberanía, independencia e integridad territorial".
La transición política en Siria enfrenta enormes retos, condicionada por las tensiones internas y la influencia de actores regionales e internacionales. El éxito dependerá de la cooperación entre facciones rebeldes y potencias globales para lograr una transición inclusiva y democrática, mientras se enfrentan los desafíos de reconstrucción y estabilidad en un país devastado por la guerra.