Invadir México: el retorno de los sueños imperiales de EE. UU.
La política exterior del presidente Donald Trump continúa siendo una incógnita. Sin embargo, recientes declaraciones suyas han generado preocupación. Trump ha mencionado la posibilidad de una intervención estadounidense en México y ha sugerido la anexión de territorios como Groenlandia o Canadá.
Sobre el vecino del sur, Trump repite frecuentemente la idea de que, en la lucha contra el narcotráfico, Estados Unidos tendría derecho a mandar a sus soldados a actuar en territorio mexicano. Algunos medios lo han llamado una 'invasión blanda' de México.
En Los Angeles Times recuerdan que, durante la campaña, Trump aseguró que ordenaría usar “fuerzas especiales, guerra cibernética y otras acciones encubiertas y abiertas para infligir el máximo daño a los líderes, la infraestructura y las operaciones de los cárteles”.
En Los Angeles Times creen que hay que tomarse en serio esa idea de Trump teniendo en cuenta que nombró como embajador en México a Ronald D. Johnson, ex boina verde que participó durante la década de los 80 en trabajos de contrainsurgencia antiizquierdista en la guerra civil de El Salvador. Es un partidario de la mano dura con una visión imperialista.
De momento, según mencionaba el diario El País, Trump calificó a la presidenta de México de "mujer encantadora". Un mensaje presuntamente amistoso que, en el caso de Trump, no asegura que mañana no vuelva a la carga con sus ideas expansionistas o sus controvertidos aranceles que supondrían un ataque comercial al mandato de Claudia Sheinbaum.
Pero los sueños imperiales de Trump no se paran en México. Se expanden por el continente americano e, incluso más allá.
Trump sostuvo a través de redes sociales, tal y como recogió The New York Times: "Para fines de seguridad nacional y libertad en todo el mundo, Estados Unidos de América considera que la propiedad y el control de Groenlandia son una necesidad absoluta".
Trump, en el caso de Groenlandia, no plantea una invasión sino comprar ese territorio por un buen precio, como hizo Estados Unidos con Alaska, adquirida a Rusia por un puñado de dólares (7'2 millones, concretamente).
En Politico recogían la respuesta de Múte B. Egede, primer ministro de Groenlandia: "No estamos en venta y nunca lo estaremos”. Groenlandia es oficialmente un territorio perteneciente a Dinamarca pero posee un gobierno regional autónomo e instituciones propias.
Otra idea de Trump expresó abiertamente hace poco: la posibilidad de que Estados Unidos recupere la propiedad del Canal de Panamá.
El sábado 21 de diciembre, durante un discurso en un foro conservador, dijo que las tarifas que se cobran en el canal de Panamá "son ridículas" y que quizá esa infraestructura está "en manos equivocadas", señalando a la influencia china.
El presidente de Panamá, José Raúl Mulino (en la imagen), respondió en seguida: "Cada metro cuadrado del Canal de Panamá y sus zonas adyacentes forman parte de Panamá, y seguirán siendo parte de Panamá (...) La soberanía e independencia de nuestro país no son negociables".
Y luego está la broma recurrente de Trump sobre Canadá, país que, asegura, sería un estupendo estado 51 de los Estados Unidos. A Justin Trudeau, mandatario canadiense, no creemos que la haga ninguna gracia.
Todas estas declaraciones llamativa de Trump son, para algunos analistas, meras bromas. Pero hay quien cree, sin embargo, que estamos ante una visión imperial que tendrá consecuencias.
En The New York Times, aludiendo a las ambiciones sobre Groenlandia y el Canal de Panamá, titulaban: "Esta vez no es una broma".
Dicen en The New York Times que el lema 'America First' de Trump tiene una dimensión expansionista y que todas esas declaraciones pueden anticipar una presidencia en la que Estados Unidos quiera intervenir fuera de sus fronteras.
Durante el siglo XX fueron muchas las ocasiones en que a Latinoamérica se la denominó despectivamente "patio trasero de Estados Unidos". Un amplio territorio con soberanía limitada. ¿Podría repetirse ese escenario?
Imagen: Leon Overweel / Unsplash
No es fácil que Trump pueda comportarse con Latinoamérica como hicieron otros presidentes (Nixon o Reagan), interviniendo a su antojo. La realidad política latinoamericana cambió y surgieron poderosos nuevos liderazgos que ya no atienden a lo que Estados Unidos quiera marcar. Pero veremos.