Alerta por el virus de Marburg: letal, sin cura y transmitido por murciélagos
Murciélago 'rousettus aegyptiacus': es la especie que transmite el temido virus de Marburg. cuyo índice de mortalidad puede alcanzar ¡el 88%! Este febrero de 2023 un brote en Guinea Ecuatorial hizo saltar las alarmas: estalló con 9 muertos y el gobierno guineano confinó un área con más de 4.000 personas. La OMS envió observadores. Pero ¿qué es este letal virus?
Aunque el virus de Marburg es más propio de África, se detectó, curiosamente, en Europa. Fue en 1967. Según la Organización Mundial de la Salud, el brote se produjo en las ciudades alemanas de Marburg (o Marburgo) y Frankfurt.
Imagen: Ansgar Scheffold / Unsplash
Ese brote en Alemania fue provocado por monos verdes africanos con los que se trabajaba en un laboratorio. Estaban infectados e infectaron a seres humanos. Murieron siete personas.
De esta manera trágica, los investigadores que estaban trabajando en el laboratorio de la compañía farmacéutica Behringwerke con monos en la vacuna contra la polio fueron atacados por un virus hasta entonces desconocido. Pronto la ciencia calibró su enorme peligrosidad.
Así se ve el virus de Marburg al microscopio y, según la OMS, la infección por este virus"comienza bruscamente, con fiebre elevada, cefalea intensa y gran malestar, así como con frecuentes dolores musculares".
Añade la OMS en su descripción de la enfermedad provocada por el virus de Marburg: "Al tercer día pueden aparecer diarrea acuosa intensa, dolor y cólicos abdominales, náuseas y vómitos. La diarrea puede persistir una semana. En esta fase se ha descrito que los pacientes presentan 'aspecto de fantasma' debido al hundimiento de los ojos, la inexpresividad facial y el letargo extremo".
El virus de Marburg provoca la muerte por las graves manifestaciones hemorrágicas que provoca en la persona infectada, que suele perder sangre en heces, vómitos, etc. En la imagen, investigadores del virus en Uganda.
No hace falta que nos muerda un murciélago (aunque eso -poco frecuente- también infecta). Estar en contacto con heces o fluidos del murciélago transmisor en cuevas u otros espacios estrechos y poco ventilados puede infectarnos. O, como sucedió en Marburgo, puede ser una infección secundaria, a través de otro animal u otro ser humano. Siempre mediante contacto con fluidos.
Muestra de la peligrosidad del virus de Marburg fue lo sucedido en Angola en 2014. Hubo un brote en la provincia de Uíge y de las 374 personas infectadas murieron 329. La tasa de supervivencia fue ínfima.
La OMS asegura que si bien la mortalidad de este virus puede llegar al 88%, un diagnóstico a tiempo y un tratamiento adecuado puede rebajar esa mortalidad al 55% o, incluso, al 20% (dependiendo de la cepa vírica). Aún así, son porcentajes absolutamente devastadores.
No existe un medicamento específico que evite enfermar y morir por el virus de Marburg. Se aplican paliativos contra algunos de los síntomas y se confía en que el paciente aguante la arremetida en el organismo de tan violento microorganismo.
Como sucede en el caso de otras muchas enfermedades que se padecen en países pobres y por un número no muy elevado de personas, no es negocio para las farmacéuticas hallar la cura del virus de Marburg. Quizá si un brote se diera en algún país rico la cosa cambiaría.
El virus de Marburg, aunque suene paradójico, es controlable por su gran mortalidad. Su extensión suele frenarse aislando a la población contagiada, y quien lo sufre suele estar tan grave que no puede desplazarse muy lejos y contagiar masivamente.
El virus de Marburg suele irrumpir en forma de brote después del cual no hay rastro. En África es donde provoca más víctimas: Angola y Uganda son dos áreas afectadas pero este 2022 se detectaron varios casos en Ghana por vez primera.
La Organización Mundial de la Salud previene contra la incursión humana en cuevas donde haya alta concentración de murciélagos. Son focos de contagio del virus de Marburg y de otras dolencias.
Imagen: Clement Falize / Unsplash
Sea como sea, en caso de infectarnos del virus de Marburg toca confiar en la fortaleza de nuestro organismo y, ante la falta de un medicamento específico, la OMS se limita a decir: "La rehidratación y la administración rápida de tratamiento sintomático mejoran la supervivencia".