¿Se acerca el final político de Pedro Sánchez?
Tras el pésimo resultado del PSOE, Podemos y otros aliados progresistas del Gobierno (Compromís, Más País...) en las elecciones autonómicas y municipales, Pedro Sánchez ha anunciado la convocatoria de elecciones generales para el 23 de julio. ¿Será en pleno verano el fin de lo que la derecha llama "el sanchismo"? ¿O guarda Sánchez algún as en la manga?
La jugada que Sánchez parece haber puesto en marcha es un ejercicio de movilización del votante progresista para que no se repita el abrumador triunfo derechista de estos comicios regionales y locales.
El PP y Vox han sumado votos con tanta fuerza que pueden recuperar para la derecha ciudades tan importantes como Sevilla, territorios simbólicos como Valencia y hacer caer un bastión socialista como Extremadura. Esa alianza de PP y Vox al asalto del poder, según creen en Moncloa, hará que el votante progresista se lance al contraataque el 23 de julio.
Sin embargo, las cifras en estas elecciones regionales y municipales apuntan a un intenso cambio de ciclo difícil de revertir. El PP ha sacado casi 700.000 votos de diferencia por encima del PSOE, y el margen de la derecha se ensancha si añadimos el 1.600.000 votos de Vox.
No obstante, según ha informado la cadena SER, el entorno de Pedro Sánchez confía en que, a medida que el PP tenga que retratarse en sus alianzas con VOX para ayuntamientos y comunidades autónomas (cosa que coincidirá con la campaña electoral para las generales del 23 de julio), esa imagen moverá al voto de izquierdas. "Ganar o morir" dicen en la SER que es la disyuntiva que se plantea al electorado progresista.
Además, Sánchez cuenta con que la urgencia de unas elecciones solucione el enfrentamiento Sumar-Podemos. Si la gente de Ione Belarra (y Pablo Iglesias) no se pone de acuerdo con Yolanda Díaz, Pedro Sánchez tiene la opción de hacer campaña atrayendo para el PSOE a los votantes desencantados de ese espacio.
De momento, tanto desde Podemos como desde Sumar se han apresurado a hablar de unidad para pelear contra la "ola reaccionaria". Y Yolanda Díaz ha sido contundente: “Frente a la España negra de Feijóo, salimos a ganar. La gente nos está esperando”.
El caso es que al Partido Popular le ha salido bien la estrategia de convertir una elecciones locales en plebiscito sobre cómo "derogar el sanchismo". Feijóo acuñó esa expresión y ha funcionado.
Y en las tertulias de opinión de radios y televisiones abundan las opiniones en las que aseguran que Pedro Sánchez es un personaje político tóxico que arrastra en su caída a líderes territoriales y alcaldes. Aunque hay quien discrepa.
En Antena 3 negó rotundamente Iván Redondo (asesor político y ex jefe de gabinete de Sánchez) que que el actual presidente sea un activo tóxico: "Todo lo contrario, me parece el mejor piloto, pero tiene que conducir el mejor coche posible, y el mejor coche posible es que hable de su idea de España".
Quizá, efectivamente, sea un error dar por muerto (políticamente muerto, se entiende) a un político como Sánchez, superviviente del peor resultado electoral del PSOE (cuando Podemos casi le superó), de las maniobras en su partido para liquidarle y de una campaña furibunda por parte de la prensa conservadora.
Pero más allá de Sánchez y el "sanchismo", la pregunta es si se cierra definitivamente el ciclo iniciado el 15-M en el que España pareció virar a un rupturismo de izquierdas inédito.
Hay un dato que resulta obvio: sólo Asturias (y por poco) queda como territorio inaccesible a la derecha. La antaño muy izquierdista Andalucía cayó en manos de la derecha y en todas sus capitales el partido más votado ha sido el PP.
E, incluso, puede verse una resurrección de la derecha españolista en Cataluña. Badalona tendrá un alcalde del PP con mayoría absoluta (Xavier García Albiol, en la imagen) y en Barcelona la suma de PP y Vox da seis concejales.
Con que el 23 de julio la izquierda se la juega en España. Si las cosas salen mal para el progresismo, Alberto Núñez Feijóo puede convertirse en presidente por varias legislaturas.
En todo caso, si el 23J cae Pedro Sánchez derrotado será el final de un largo adiós que ha incluido el primer gobierno de coalición de la historia de España, una pandemia y una guerra a las puertas de Europa. Suficiente como para figurar en los libros de texto.
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