La gran mentira que se dibuja en el cielo
Resulta habitual, sobre todo en las grandes ciudades, divisar en el cielo una proliferación de nubes en forma de líneas que surcan el horizonte. Pues bien, esas nubes sirven para construir la teoría de la conspiración de los 'chemtrails'. Serían presuntas estelas químicas con las que una gente muy mala nos está envenenando (pero ¿por qué?).
Con el cambio climático y la escasez de lluvias en muchas latitudes, la teoría de los 'chemtrails' se reinventó con un nuevo argumento: no llueve porque unos aviones lo impiden y provocan las sequías y eso puede verse en el cielo lleno de rastros. Otra vez surge la pregunta: ¿por qué alguien haría algo así?
En realidad, como toda teoría de la conspiración, el bulo de los 'chemtrails' va actualizándose en función del clima del momento. Comenzó en los 90 con el miedo a fumigaciones en masa, se adaptó al discurso antivacunas (sí, esas nubes serían un intento de vacunación aérea) y ahora hay quien sostiene que las estelas del cielo son la prueba de que alguien está manipulando la meteorología.
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La explicación de las estelas que vemos en el cielo es sencilla y los científicos lo reiteran una y otra vez: es vapor emitido por los aviones comerciales (o de otro tipo) que se condensa y se convierte en cristal de hielo que queda suspendido en el cielo. No hay más misterio.
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Los conspiracionistas están convencidos de que esas estelas en el cielo ('chemtrails' según ellos) sirven para matarnos o, quizás, para controlar a la población mundial. A partir de esa premisa, se abre un amplio abanico de creencias con distintas hipótesis entre lo místico, lo apocalíptico y lo absurdo.
Pero como todo miedo, hay un origen real en la teoría de los 'chemtrails'. Sí se hicieron en el siglo XX experimentos mediante los cuales se fumigaba a la población con elementos potencialmente tóxicos.
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Entre 1955 y 1963, según recogió The Independent basándose en un informe gubernamental, hubo experimentos del ejército en los que se lanzó sulfuro de zinc-cadmio sobre las costas del sur y oeste de Gran Bretaña.
También se cita habitualmente otro experimento realizado en San Francisco en 1950. Según se relata en una artículo de Smithonian Magazine, un buque de la armada "pasó seis días rociando (la bacteria) Serratia marcescens en el aire a unas dos millas de la costa norte de California". Luego se analizó cuál había sido su dispersión para saber cómo sería un ataque biológico.
Experimentos así alimentan las fantasías conspiranoicas pero la realidad es que, si alguien estuviera haciendo algo en nuestros cielos, procuraría no llamar tanto la atención.
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En realidad, casi todas las teorías de la conspiración tratan de impugnar el discurso científico. La ciencia, según los conspiranoicos, es un relato artificial repleto de mentiras y construido por grandes corporaciones o sociedades secretas que dominan el mundo.
La fe en los 'chemtrails' tiene mucho de religión, igual que el terraplanismo y otras teorías. Sólo se puede acceder a estas creencias traspasando la frontera de lo establecido. Sólo los iniciados entienden el significado de ciertas líneas en el cielo.
Desmontar estas teorías de la conspiración y bulos resulta importante: su propagación ayuda a fomentar mensajes de odio y miedo que son socialmente nocivos.
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Prueba de ello es que una teoría excéntrica y aparentemente "simpática" como la de los reptilianos (creer que hay una raza alienígena infiltrada entre los humanos) se ha demostrado que, en algunos casos, oculta discursos antisemitas. (Ver: Los reptilianos: ¿un discurso de odio?).
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Y luego está la tendencia de ciertas celebridades a la credulidad y a la difusión de teorías como la de los 'chemtrails'. Le sucedió a Kylie Jenner en 2015. Aquí está el tuit conspiranoico que lo prueba.
Pero volviendo a las estelas que dejan los aviones e inspiran la creencia de los 'chemtrails': ¿son nocivas para la salud?
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La respuesta es que específicamente esas estelas no son un producto venenoso de modo directo pero la aviación, según la Comisión Europea, produce un 13'9% de las emisiones de CO2 que están deteriorando el medio ambiente. Así que, en parte, esas estelas que vemos sí deberían tender a su desaparición por el bien de la humanidad.
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ADEMÁS: Triángulo de las Bermudas, yeti y otros enigmas que se desvanecieron