Enfermedades que puede provocar el ruido
Decía Robert Kock, ganador del Premio Nobel de Medicina en 1905, que llegaría el día en que la humanidad lucharía "contra el ruido, tan ferozmente, como contra el cólera y la peste".
Más de un siglo más tarde, la peste y el cólera están casi erradicados, mientras que el ruido es considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el segundo factor de riesgo ambiental para la salud, solo por detrás de la contaminación.
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Cuando hablamos de ruido, nos referimos al tráfico, a las obras, a la música, al murmullo de la gente, a la actividad industrial y a todo lo que genere sonidos que puedan llegar a ser molestos.
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La propia OMS cifra en 22 millones las personas que sufren el ruido de forma crónica en la Unión Europea, lo que deriva en la pérdida de más de un millón de años de vida saludable.
Y siendo más concretos, la OMS apunta al ruido como el causante de 12.000 muertes prematuras y 48.000 casos de enfermedades coronarias al año.
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Esto quiere decir que por muy acostumbrados que estemos al ruido constante, éste no deja de ser dañino para la salud. Y para ser más específicos, éstas son las enfermedades que puede provocar el ruido.
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La Directiva Europea de Ruido establece que estar expuesto al ruido que los ruidos superiores a 55 dB son perjudiciales para la salud. Ese umbral desciende a 40 dB como el ruido recomendable por la noche.
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Por poner en contexto, es el equivalente a estar 24/7 expuesto al ruido de una conversación. Obviamente, el día a día de millones de personas supera ese baremo con amplio margen.
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Esta exposición, tal y como recoge la Agencia Europea de Medio Ambiente, puede generar problemas para conciliar el sueño y las derivaciones que esto implica: alteraciones metabólicas, problemas cardiovasculares, desarrollo cognitivo...
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No obstante, los expertos en la materia apuntan a que la mayor afectación generada por el ruido es la propia molestia del ruido y como el cerebro se activa para intentar matizar esa molestia, quitando recursos de otras actividades.
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Por decirlo de otro modo, el ser humano es consciente del ruido y de la molestia que genera, por lo que intenta limitar sus consecuencias pero, como generalmente no puede, esto deriva en estrés, la enfermedad del siglo XXI.
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Obviamente, el nivel de estrés depende de la sensibilidad de cada persona y del nivel de adaptación que cada cual tenga a ese ruido. De hecho, quienes viven en entornos muy ruidosos, se acaban adaptando a ello. Ahora, esto no significa que no haya consecuencias.
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Y es que, que el cerebro se acostumbre al ruido, no implica que el resto del cuerpo lo haga. Para empezar, una exposición a ruidos de 90 dB pueden generar un aumento de la presión arterial y problemas cardiovasculares.
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Menos ruido, entre 50 y 55 dB, necesitan los síntomas de la depresión para aparecer en alguien expuesto a tal nivel de ruido por la noche, o más de 24 horas seguidas.
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Lógicamente, otra enfermedad a tener en cuenta por el ruido es el daño auditivo, provocado por una exposición de 8 horas a 90 dB, o una pérdida irreversible de audición, si se alcanzan los 180 dB.
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También son muy conocidos los acúfenos, que es la sensación de zumbidos constantes en los oídos.
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Y sí, el ruido constante también puede generar problemas de comunicación. Esto no se notan de forma súbita, sino que son graduales pero no se suelen detectar hasta que resultan incapacitantes, derivando en aislamiento y conflictos con el entorno.
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Y para terminar, aunque no sea una enfermedad, es lógico pensar que el ruido afecta al rendimiento laboral, al alterar la concentración y limitando la cooperación entre compañeros.
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