El comunismo pro Trump se abre camino en Estados Unidos
La teoría de la herradura postula que a medida que los extremos ideológicos de izquierda y derecha se radicalizan, sus prácticas y políticas tienden a converger. Esta perspectiva podría arrojar luz sobre un fenómeno político atípico denominado "comunismo trumpista".
Como escribe el periódico británico The Guardian, el comunismo trumpista está lleno de contradicciones, entre ellas el apoyo a Donald Trump, la oposición a las “élites globales” y a “Occidente”, la defensa de los valores tradicionales y la admiración hacia Vladímir Putin.
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The Guardian destaca que los comunistas trumpistas argumentan que Donald Trump representa la mayor movilización de la clase trabajadora estadounidense en décadas.
Los comunistas a favor de Trump también argumentan que temas como los derechos de las personas transgéneros, el cambio climático y la justicia racial son meras distracciones neoliberales para cuestiones más urgentes.
Aunque se le ha descrito como un movimiento marginal, ha llamado la atención del periódico español El País, que destaca que no ve problemas en apoyar a Palestina mientras se opone a Ucrania y Taiwán.
Una de las caras más visibles del movimiento comunista pro-Trump es el influencer y comentarista político Jackson Hinkle.
El País describe a Hinkle como partidario de Bernie Sanders y opositor a la energía nuclear y a las armas de fuego en su adolescencia antes de dar un giro hacia la derecha.
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Según El País, Hinkle se describe a sí mismo en las redes sociales como un “patriota estadounidense, creyente de Dios, pro-familia, marxista-leninista, pro-Palestina, a favor de Rusia y China, antiimperialista, anti-progre, antimonopolio, pro-armas, pro-combustibles fósiles”.
Aunque Hinkle y sus compañeros han sido dejados de lado por el discurso político mainstream, han encontrado aliados como el filósofo ultranacionalista ruso Alexander Dugin.
The Guardian describe cómo el comunismo trumpista también atrae a los jóvenes varones de la Generación Z, que ven el feminismo como perjudicial para los hombres.
Mientras tanto, el economista marxista Richard Wolff dijo a The Guardian que, en tiempos de agitación social y dificultades económicas, no es inusual ver movimientos nacionalistas que plagian la retórica y la parafernalia comunista.
“Si tienes un movimiento político y quieres conseguir seguidores en un momento en que el socialismo atrae cada vez más interés, bueno, puede que te sientas tentado a tomar el nombre”, dijo Wolff, haciendo comparaciones con el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores de Alemania, conocido como el Partido Nazi.