La gran sequía española

Embalse de La Viñuela, en Málaga. Una imagen de marzo de 2023, cuando en España tendría que haber estado lloviendo abundantemente. Pero no llueve. Y los embalses y pantanos presentan un aspecto dramático.

2023 está siendo un año ausente de precipitaciones significativas y ello ha supuesto que (según recoge la web el tiempo.es) "los embalses de uso consuntivo se sitúan, el 25 de abril de 2023, con un 41.9% de sus reservas totales". Cinco puntos por debajo del año pasado y 10 puntos por debajo de la media del último decenio.

El agua escasea, no se prevén lluvias próximamente y los cultivos se están perdiendo. España ha pedido ayuda de emergencia a la Unión Europa. Fondos para cubrir las pérdidas agrícolas porque, según ha explicado por carta Luis Planas, ministro de agricultura, "“la situación derivada de esta sequía es de tal magnitud que sus consecuencias no podemos abordarlas únicamente con fondos nacionales”.

En Los Angeles Times se hacían eco de la feroz sequía peninsular y daban cifras: un 60% del campo español sufre falta de agua y resulta más que probable que las cosechas de trigo y cebada se pierdan por completo. Un desastre total.

Y las restricciones comienzan para la agricultura: en Cataluña se ha cerrado el suministro de agua a cultivos que proporcionaba el Canal d'Urgell, una vasta red de riego que abastece a numerosos agricultores.

De hecho, Cataluña es la primera comunidad autónoma que ha restringido el uso de agua: en agricultura e industria, para el riego de jardines... El miedo a cortes de agua para el consumo diario se acrecienta.

En la gran sequía de 1991-1995 hubo cortes de agua que sufrieron los habitantes de grandes ciudades como Bilbao, Madrid o Sevilla. ¿Volverá a suceder?

Desde la Agencia Catalana del Agua, según recogía El País, ya se ha admitido la posibilidad de que pueda haber cortes de agua en Barcelona a finales de 2023 si la sequía persiste a este nivel.

En medio de este panorama catastrófico, el gobierno andaluz del PP ha aprobado un plan para regularizar regadíos en Doñana que ha hecho saltar las alertas en Bruselas.

Y súmese a esa controversia de Doñana el que, tal y como han difundido medios como El Plural, el gobierno andaluz de Moreno Bonilla, de momento, no ha impuesto restricción alguna de consumo de agua a los campos de golf (sí lo ha hecho a agricultores e industria).

Cierto es que los campos de golf suelen consumir agua reciclada y que representan poco en el consumo general (un 0'1%, según explicó Carlos Pitarch, vicepresidente de la Asociación Española de Campos de Golf, a NIUS).

Sea como sea, la emergencia climática en España está elevando su apuesta: la primavera no ha venido con lluvias y este mes de abril se han llegado a alcanzar los 40 grados en algunos lugares. Y el verano no será precisamente benigno. Si no llueve, la situación puede ser una catástrofe económica y para la vida cotidiana.

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