Las derrotas electorales no son problema para Pedro Sánchez
En las elecciones gallegas de este domingo, el PSOE ha sufrido un catastrófico hundimiento: ¡9 escaños! Poca cosa frente a los 25 del BNG y los 40 del PP. Una caída en picado que, sin embargo, seguramente no perturbe del todo el ánimo de Pedro Sánchez, muy acostumbrado a capear temporales en las urnas.
En 2015, la primera vez que Pedro Sánchez se presentó a las elecciones, el PSOE sacó el peor resultado de su historia, con Podemos pisándole los talones. En el partido esperaban que Sánchez dimitiese pero él sacó pecho. "Hemos ganado a las encuestas" dijo, refiriéndose a que Podemos no había logrado el anhelado sorpasso. Y se aferró a su cargo.
Como no hubo acuerdo con Podemos, tocó repetir elecciones en 2016. La cosa quedó más o menos igual (el PSOE en torno a ese 22% que era muy escaso viniendo del bipartidismo arrollador). Sánchez quiso pactar pero no pudo y gobernó Rajoy, le echaron de su partido pero volvió y, al final, ¡llegó a presidente por una moción de censura que precipitó la sentencia de la Gurtel! Otra vez que burló los malos resultados en las urnas.
Con Pedro Sánchez el PSOE se ha convertido en tercera fuerza en Madrid, ha perdido el histórico feudo que era Andalucía, en País Vasco ha quedado reducido a muleta del PNV para que los nacionalistas gobiernen con comodidad... Pero el 'sanchismo', como lo denomina la derecha mediática, sigue en pie. Y es que de La Moncloa no han logrado echarle.
Quizá la debacle general más dolorosa para el PSOE fue la gran ola conservadora que borró del mapa la práctica totalidad de los gobiernos progresistas en comunidades autónomas y municipios. Sucedió el 28 de mayo de 2023 y la derecha entró a gobernar en regiones tan emblemáticas como Valencia y Baleares.
Sánchez sorprendió a propios y extraños convocando elecciones generales el 23 de junio. Las encuestas vaticinaban que sería derrotado ampliamente. Pero la demoscopia se equivocó.
El partido más votado ese 23J fue el PP (en ello insisten los altavoces mediáticos de la derecha para calificar de ilegítima la presidencia de Sánchez) pero el PSOE logró salvar los muebles, ganar un diputado más que la anterior legislatura y, sobre todo, desplegar su capacidad de aliarse con un amplio abanico de formaciones a las que la posibilidad de un gobierno PP-Vox producía taquicardias.
Pedro Sánchez tituló 'Manual de resistencia' su primer libro (escrito a medias con Irene Lozano). Esa es la clave de su actuación política: una derrota electoral autonómica o municipal no es tan grave si él puede aguantar en La Moncloa.
Aunque el PP va a explotar el batacazo del PSOE en Galicia, en la lógica de Pedro Sánchez, nada ha sucedido realmente grave. Como cantaba Julio Iglesias, "la vida sigue igual". Gobierna a los gallegos el PP con mayoría absoluta (como antes) y la oposición de izquierdas (BNG y PSOE) suman más o menos la misma proporción de votos, igual que antes.
El elector se comporta en los últimos tiempos de modo cada vez más infiel. En las elecciones generales, según los análisis politológicos posteriores, el PSOE se benefició de un voto prestado del nacionalismo vasco, catalán y gallego. En las elecciones gallegas, el BNG ha recibido votos provenientes del PSOE Y puede que en unas generales esos votos regresen.
Pedro Sánchez logró concitar los apoyos suficientes para ser investido presidente de España, y eso no hay quien lo quite por mucho que pierda elecciones locales (a las que, por otra parte, no se presenta él).
Las próximas citas de Pedro Sánchez con las urnas serán en País Vasco (sin fecha todavía) y las europeas (9 de junio). Pero un mal resultado del PSOE seguramente tampoco afecte al presidente del Gobierno.
En el interior del PSOE hay calma chicha, nadie discute al líder. La excpeción, Emiliano García Page, presidente castellanomanchego.
La campaña mediática y política contra Pedro Sánchez es fortísima (descalificaciones, movilizaciones en la calle, etc) pero el presidente del Gobierno lo aguanta todo. Porque, de momento, Sánchez sigue funcionando como icono progresista que sirve de escudo ante la posibilidad de un gobierno de derecha con la extrema derecha dentro o influyendo decisivamente.